Trevia es la única persona que ha entrado en Kargen y ha vuelto para contarlo. Pese a haberse retirado hace ya tiempo, no puede evitar asumir la responsabilidad de acabar para siempre con la mayor amenaza para los niños de Larda, Veria y el Thrais: Urboja, el Dios Hambriento. Así, a regañadientes, se embarca en la que espera que sea su última empresa… y que podría serlo en un sentido muy distinto al que desea.
Jugando con habilidad con los clichés de la fantasía épica clásica y la estructura del «quest», M. C. Arellano construye una historia sólida y con personajes creíbles en la que la reflexión va de mano de la aventura. No es la paz lo que espera al final del viaje del héroe, ni su grial la resplandeciente Verdad que nadie refuta. Tal vez solo sea la libertad de criterio, incómoda y molesta, la recompensa por realizar la tarea que nadie más está dispuesto a emprender.
¿Dónde y cómo lo leo?
La Suerte del Dios Hambriento ha sido editada por Sportula.
¿Qué dicen los lectores?
En Goodreads
La Suerte del Dios Hambriento ha sido nominada
para los Premios Ignotus 2016 en la categoría de novela corta.
La Suerte del Dios Hambriento ha sido nominada
para los Premios Ignotus 2016 en la categoría de novela corta.
Nana de Rado y Vora
En el Thrais adoptaron gozosamente a la Enéada, ya que reconocieron en el Dios Azul y la Diosa Velada a Rado y Vora, sus dioses mellizos, los que tejen el tiempo a base de hilos entorchados con los sueños que recolectan en los niños de corta edad.
Hay muchas canciones en el Thrais que hablan de ellos, pero quizá la más famosa sea la nana de Rado y Vora, que trata de persuadir a los pequeños para que se duerman lo más rápido posible. Esto es comprensible, ya que se cree que los niños dormidos están a salvo de Khardärago, el Dios Hambriento, a quien en Larda llaman Urboja; mientras los cachorros sueñan, Rado y Vora están cerca, y la temible deidad ávida no puede acercarse a ellos.
Se cree, además, que el tiempo cesará si los niños dejan de soñar, ya
que Rado y Vora no tendrán hilo con el cual dar forma a un nuevo año.
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