viernes, 7 de mayo de 2021

Proceloso es el mar audiovisual

 Llevaba mi canal de YouTube abierto desde que subí los vídeos de Viridia allá por el 2014. Con el tema de la presentación de «La leyenda de la bailarina ciega» me picó el gusanillo de hacer vídeos y los he ido subiendo los viernes, y allí seguirán subiéndose hasta que no me dé la vida.

Todo el contenido está relacionado con mi obra literaria: bibliotráileres (palabraca que he descubierto recientemente en la Fundéu y que viene a significar lo mismo que booktrailer pero con la mitad del anglicismo), presentaciones, narraciones dramatizadas de relatos cortos o capítulos sueltos, e incluso una nana. Sí, una nana, aquí:


Recomiendo especialmente esta narración de la quinta historia de «Kami y las nueve colas»:


Y, por supuesto, la lectura dramatizada del relato que hace que uno se piense dos veces mezclar bebidas espirituosas y gatos:


Ya está, esta es la entrada. No todo va a ser poner puntos sobre íes, intentar arreglar el mundo o acordarse de los ascendientes de los algoritmos.









jueves, 18 de marzo de 2021

De autopublicación, icebergs y coscorrones

 La expresión "perdonar el bollo por el coscorrón" es preciosa. Gráfica. Perfecta.

Vamos a hablar de lo que no se habla nunca, que es de pasta. Y de ventas. Una cosa muy guay que tiene autopublicar en Amazon son los históricos de ventas. De verdad, igual es el mal encarnado, pero para autopublicar te soluciona bastante la vida, todo es intuitivo y fácil.

El histórico de ventas dice que he vendido un total de 52 libros en su plataforma.

¡Cincuenta y dos libros como cincuenta y dos soles! Yo, que no vivo de esto y paso deciséis millones de kilos del tema mercadotécnico, considero un éxito absoluto semejante cifra.

En total, me ha reportado unos sesenta y tantos euros en cinco años, menos de lo que me costaría un bono transporte mensual para ir al curro donde vivo ahora, pero lo de los dineros no es el objetivo principal. Lo saco a colación por poner un poquito de perspectiva con respecto a la gente que sí depende, en mayor medida, de vender libros para pagar las facturas. Teniendo en cuenta que las regalías de Amazon tienden a ser mayores que las que te dan las editoriales, echad un cálculo de la paliza que se tiene que pegar la gente que pretende vivir de escribir para no morirse de la ansiedad.

Cuando he publicado con editorial y he recibido ejemplares de cortesía, los he repartido entre colegas y bibliotecas alegremente; autopublicando, me cuestan dinero los ejemplares de autor, así que tengo que pensarme mucho si pillarlos y a dónde mandarlos.

Obviamente, las ventas podrían subir muchísimo si tuviera cuartos para invertirlos en publicidad, me dedicara al networking, volviera a Twitter y me "diera a conocer". Señor, qué pereza más grande. Y no ya pereza: no me vais a apear del burro ya del hecho de que hemos entrado en una etapa en la que, con esto de la cancelación y las relaciones parasociales y el poder de enfurruñamiento de las redes sociales, el producto a vender no es tu obra, sino tú mismo. Si no te pronuncias sobre los temas de actualidad, si no tomas partido -y más te vale tomar partido adecuado- por la causa del día, es como que el público no sabe si eres digno de que te compren lo que sea que estés vendiendo. Aunque lo que estés vendiendo sea la hostia.


Y paso. Paso mucho, no sabéis cuánto. Si esas son las reglas para vender, mira, me quedo con mis cuatro colegas que me leen y se flipan con mis historias y todos tan felices, empezando por mi salud mental.

Luego hay más. Para lograr visibilidad, tienes que jugar con las reglas de los algoritmos, que cambian de plataforma a plataforma. Palmar pasta siempre funciona, pero ante su ausencia siempre puedes bajarte los pantalones darle al algoritmo lo que le gusta a ver si se lo enseña a más gente. A Facebook, como su nombre indica, le gustan las fotos donde se vea una cara. Que manda huevos, colega, qué gónadas tendrá que ver eso con los libros. Bueno, pues la publicación que más alcance ha tenido nunca en la página de Facebook de M. C. Arellano fue la foto que subí firmando en Sant Jordi, donde se me veía con el libro. Oye, mano de santo. 

Los enlaces los odia. Subir un enlace a Youtube o al blog le cabrea mucho. No le mola nada que pongas puertas que vayan a sacar a los usuarios de su hondo, supongo que por si luego no vuelven.

A Twitter le mola que interacciones con otros usuarios. Cuanto más retwitees, te retwiteen, etiqueten, respondas y demás, más te saca. Urticaria me entra de acordarme y de pensarlo. A Tailwhisper, que tiene un fondo de marrullera chunga de barrio que asusta, le habría encantado Twitter. Se habría dedicado a partirle los hocicos dialécticamente a toda la gente que viniera a decirle lo equivocada que está sobre lo que fuera. A mí me entran sudores fríos. No, paso.

Aquí la verdad es que podría mover un poco el culo y currarme un poco más el SEO, pero es que es otra vez modificar el contenido para satisfacer a los dioses de la búsqueda. Y sí, me pasa como con lo de la RAE de formular las oraciones de manera que su idea pésima de quitar la tilde del "sólo" tenga sentido: no me da la gana pasar por su aro, porque yo la estructura que quiero seguir es la que es. Sembrar esto de palabras clave y hacer entradillas me aburre profundamente. Ciñéndome a esa mierda no habría podido, por ejemplo, empezar esta entrada como lo he hecho.

Y así puedo darle una estructura circular a este texto, volviendo a esa primera frase: qué hermoso es ser consciente de que perdonas el bollo por el coscorrón. ¿Queréis ser libres, rebeldes, ignorar el yugo de las redes? Este es el precio, aquí lo tenéis.

lunes, 1 de marzo de 2021

De niñas tontas, personajes fuertes y las témporas

Vamos a hablar de fuerza.
Bueno, no: vamos a hablar de personajes fuertes en la ficción.

Seguro que se os ha venido a la cabeza una idea más o menos parecida a esta:


Conan el Bárbaro, desjarretando enemigos de lunes a viernes


Brienne de Tarth, pegando tortas como panes de pueblo


Kara Thrace, profesional de las peleas de taberna;
fumadora de puros y empinadora de codos

Y es que la "fuerza" es un concepto ladino y taimado que parece irse siempre a lo físico: un personaje fuerte es aquel que reparte galletas sin despeinarse. Nos hablan de "personajes fuertes" y les ponemos en nuestra cabeza una armadura y hale, a dar leches.

Uy.

A ver si va a ser que asociamos "personaje fuerte" a "aquel que es hace cosas tradicionales de maromos". A ver si es que no nos cabe en la cabeza que un personaje haciendo "cosas de chica" pueda ser fuerte.

¿Qué narices son esas "cosas de chica"?

Bueno, pues vamos a hablar de Sansa Stark. De la de los libros, hasta que indique lo contrario.



Nos presentan a esta criatura como una adolescente soñadora, amable y apasionada por los vestidos, los bailes y las cosas esas de las canciones. Su madre está tan contenta porque le ha salido una niña a la que casar bien, sobre todo comparada con la borrica de la hermana, que no despliega feminidad ninguna. Vive Sansa en su burbuja toda feliz e inocente hasta que la prometen con un psicópata, la arrancan de su casa y la mandan a vivir su peor pesadilla.


Maltratada y torturada psicológicamente, se enfrenta a su nueva situación a base de herramientas no violentas: cortesía impenetrable, callarse, obedecer. Tiene tal trauma que no es capaz de confiar en nadie, sobre todo en el pavo con el que la casan, que es de la familia del ENEMIGO, aunque termina medio abriéndose a un bufón borracho que resulta ser cómplice de otro psicópata que la saca de su peor pesadilla para mandarla a un purgatorio normalito.


No sé hacia dónde van a ir los libros, porque SPOILERS, pero en la serie la funden con otro personaje y la acaban prometiendo con un tercer psicópata (a Martin le encantan, yo no sé qué le pasa a este señor) que la viola y aterroriza y ella sigue con sus herramientas no violentas. Se escapa, terminan venciendo al psicópata y entonces SE CONVIERTE EN UN PERSONAJE FUERTE.


Y hace que al tercer psicópata se lo coman vivo sus propios perros, regodeándose bastante en el tema. Luego condena a muerte al segundo psicópata, pero es su hermana (la borrica del principio) quien le corta el gaznate. Y dirige un poco el cotarro, y le entran unas ansias de independencia que en su puñetera vida había sentido, se convierte en una persona que no era y hasta le suelta a un armario empotrado que qué bien que la han tratado tanto a palos los psicópatas, que cuánto se alegra de no ser inocente y dulce nunca más, que qué guay HABERSE CONVERTIDO EN UN PERSONAJE FUERTE CAPAZ DE EJERCER LA VIOLENCIA.


Yo por el Norte ma-to.

Básicamente la convierten en un amago del segundo psicópata. Como a los guionistas de la serie les encanta modificar mágicamente las personalidades de los personajes a su conveniencia, a Sansa le han quitado todo lo que la hacía Sansa y además la hacen adalid de una cosa horrible y perniciosa que es el pensar que el maltrato te hace más fuerte y mejor persona.

Qué habéis hecho con mi Sansa.

Espero que en los libros tenga más sentido, de verdad, y no necesite asesinar a nadie para demostrar lo fuerte que es.

En general, los "personajes fuertes" en la ficción se caracterizan por ser capaces de ejercer la violencia. Estamos muy acostumbrados a que los maromos luchen, gobiernen, conspiren y maten gente en la ficción, tanto que apenas distinguimos en ellos fuerza de violencia; tanto, que cuando se contruye una "mujer fuerte" se coge toda esa violencia asociada a ellos y se la plantan a ellas y hala, ya tenemos un personaje femenino fuerte.

Planta tú un personaje (masculino o femenino) empático, en un rol de cuidador, paciente y resilente, a lado de un señor que pegue guantazos, y pregúntale a la gente cuál es el fuerte. Ya Los Cinco nos enseñaron que comportarte como "una niña" era de tontas. Que esas cosas que se asocian tradicionalmente a la feminidad (ay de ti, maromo, como se te ocurra esgrimir alguna de ellas como virtud) no sólo no valen para nada, sino que además son obstáculos para ser "fuerte".

"Es que cómo van a construir un personaje fuerte basado en inocencia o delicadeza o algo así".

Menos mal que está todo inventado.

Con todos vosotros, hijos míos, ejemplos de cómo construir personajes fuertes que no se comportan como tradicionalmente nos han vendido que han de comportarse los maromos; que no necesitan ejercer la violencia para demostrar su fuerza y que además hacen, con orgullo y eficiencia, cosas de "niña tonta".




MARCELA

Que es una señora quijotesca con dos gónadas bien plantadas que se niega a que la demonicen porque un pirao acosador que la tenía como objeto sexual se ha suicidado porque ella no cedía a sus fantasías pajapláticas. Se vale de la oratoria para hacer llegar su mensaje. 


GEOFFREY

Terry Pratchett se sacó de la manga un pedazo de personaje en su último libro. Yo quería un mano a mano de este chaval y Vetinari. No es una cabra, la cabra es la mascota; no he encontrado imágenes del chico. Es un personaje que trae la paz y hace a la gente ser mejor persona, un poco Carrot pero sin autoridad fáctica ni músculos amenazantes.


LA CENICIENTA

Hablo del personaje de la versión "con personas" de cromatismo impecable que convierte a Ella en una chica fuerte y amable y generosa y valiente sin tener que rebajarse a partirle la cara nadie. Que se coloca por encima de su familia maltratadora cuando tiene el poder de vengarse y simplemente les da la espalda y se va a ser feliz pasando de sus torturadores dos kilos. Eso, colega, es tener las gónadas icosaédricas. Estar por encima de la miseria y el rencor humanos. Qué tía.


KUBO

Compraos un sombrero para quitároslo: el final de Kubo nos revela la naturaleza de la verdadera fuerza del chaval. Lo de ir por ahí meneando la espada de su difunto padre no era más que atrezo: se alza la verdadera victoria a base de piedad y empatía. COLEGA. Y TODA LA ALDEA LO SIGUE.



SARAH CREWE

"Claro que los dos personajes anteriores pueden permitirse ser amables y demás, tienen a la magia de su parte". Bueno, pues vamos a hablar de Sarah Crewe, personaje glorioso de Frances Hodgson Burnett que muchos conocerán por las versiones cinematográficas de "La Princesita",
sobre todo la de Shirley Temple.
Es un dramón edwardiano de huérfanas e internados y hambre y Londres. Sarah entra como alumna en el colegio, donde va conociendo a sus compañeras y profesores y comportándose de forma intachable, siempre amable, incluso con la gente borde y estúpida. Nunca tiene una mala palabra para nadie. Cuando su padre se muere y se cierne sobre ella la tragedia, lo lleva con dignidad. Y hace amigas, cuida a sus amigas, cuida incluso a desconocidas que se encuentra por la calle, "como una princesa". Nada de belleza física ni sedas ni perlas: a lo largo del libro se hace énfasis en que la "princesez" de Sarah radica en su comportamiento. Tiene una resilencia que alucinas, autohaciéndose terapia conductivo-conductual, contándose la historia adecuada para sobrevivir siendo ella misma en cada momento. La gente con la que se cruza y que la conoce tiene dos reacciones: o la admira o la odia.


El odio por jugar en una liga que no se comprende me fascina. Quiero ver yo a esa "fuerza" que nos venden, a esos personajes capaces de ejercer violencia tanto física como psicológica, sometidos a cosas de "niña tonta": quiero verlos cuidando a sus seres queridos ancianos mientras se apagan, sacando adelante prole, defendiendo sin guantazos ni chantajes a quien no puede defenderse, tragándose su odio improductivo para poder darse la vuelta ante quien les ha hecho daño y reducirlos así a criaturas intranscendentes que no tienen poder sobre ellos. O, cuando les hacen daño, no transmitiendo ese daño a los demás para "desahogarse". 

EN RESUMEN

-Alegrarse porque te han pasado cosas malas y así has "evolucionado" como persona es pernicioso, porque lleva directamente a pensar que darle dos tortas a alguien "pa que aprenda evolucione" está justificado.
-Ser fuerte y ser capaz de ejercer violencia no es lo mismo.
-Se puede ser fuerte sin hacer ruido. 


miércoles, 24 de febrero de 2021

La leyenda de la bailarina ciega

Y con esto y un bizcocho, otro libro que sale a la luz.




Es, como casi todo lo que escribo, una novela de fantasía. Para mí fantasía significa magia, todo aquello que está fuera de las reglas de la física de nuestro mundo. Tratar con la magia en la literatura puede servir tanto para crear las reglas de tu propio sistema mágico como para explorar las implicaciones de una magia que no se entiende, que no tiene normas o cuyas normas no se explican, y que por tanto no puede ser domeñada y es mucho más imprevisible.

Situar una historia en un mundo diferente al nuestro también sirve para jugar con la sociedad. Poder crear de cero la historia de una civilización y explorar qué caminos se pueden haber tomado es un ejercicio fascinante y no exento de peligros, ya que tienes que procurar que todo encaje de forma coherente, o te caes con tól artesonao.


La ficción es el campo de pruebas por excelencia para la exploración de los temas peliagudos a los que el ser humano se enfrenta mejor protegido por lo simbólico. Así, la Fantasía, tan denostada como desconocida, invisible aunque dance a plena vista desde los mismísimos comienzos de la literatura universal, es una herramienta y un medio imprescindible a la hora de atreverse a tantear nuevas ideas, nuevos enfoques, nuevos mundos. Puede tanto reflejar de forma cruel y descarnada nuestra realidad actual, haciéndonos apartar la mirada de este espejo con dolor al reconocernos en la crueldad que esgrime, como abrir una ventana a formas nuevas, mejores y más arriesgadas de enfrentarnos a la realidad.



La canción de las Flores Dolientes

En la saga de las Flores Dolientes se reflexiona sobre la búsqueda el camino propio, que no es tan simple como pudiera parecer.

El peso de la tradición no es siempre sencillo de llevar. Es fácil amoldarse a los usos que siempre se han dado sin cuestionarse por qué son las cosas como son, sin plantarse uno a analizar si de verdad es lo mejor, lo más adecuado, lo más práctico, lo más justo. La aprobación del rebaño que no se cuestiona lo establecido es cómoda y plácida.

A veces surgen voces críticas con los usos y costumbres tan arraigados que se dan por sentados; incómodas, incisivas, peligrosas. Los cambios no son fáciles. Tener al lado a alguien que exhibe un criterio propio insultante basado en análisis y razonamientos que los demás han pasado por alto con ahínco resulta, muchas veces, en una cerrazón producto de la vergüenza.

La canción de las Flores Dolientes se entona en estas voces que desafían lo impuesto y que pagan el precio con su sangre, su cordura o su misma existencia. Esta canción se compone de una leyenda, una crónica y un himno que transcurren en un mundo tan olvidadizo como el nuestro, tan ciego a su pasado y tan apegado a la ignorancia que pareciera que la verdad es un veneno que hay que evitar buscar a toda costa.

Este primer volumen, La leyenda de la bailarina ciega, plantea este conflicto desde la mirada de sus dos personajes principales, Ari y Avnia, de las que hablaremos más adelante. Cada una se enfrenta a él desde un trasfondo diferente, a saber: la naturaleza, indómita, y la civilización, que trata de subyugar lo que está fuera de control.


Ari: la naturaleza y sus misterios

Ari se nos presenta en el primer capítulo como una niña que está aprendiendo a cazar con su abuelo. En seguida se nos revela que vive en Khad, un bosque vasto lleno de criaturas tanto conocidas como extrañas, con las que los humanos que viven en sus lindes, los tramperos, se relacionan de forma diferente dependiendo de en cuál de las tres facciones hayan nacido.

Las tradiciones de estas tres familias están bien establecidas, parecen inamovibles y antiquísimas. Ari pertenece a la familia de los tramperos del Arte, que se precian de ser capaces de desarrollar trampas con las que atrapar cualquier criatura sin hacerle el menor daño, sólo por el orgullo y prestigio que proporciona el ser capaz de hacerlo, los años de práctica que se requieren y la habilidad que hay que exhibir para conseguirlo.

Los tramperos de la Carne parecen menos románticos y se dedican a cazar toda pieza comestible que el bosque pueda ofrecer para comérsela. Los tramperos de la Sangre buscan en sus capturas la piel, para poder venderla, así que aprecian mucho las técnicas de los tramperos del Arte para conseguir la mejor calidad posible, pero obviamente los tramperos del Arte los desprecian por lo que consideran avaricia como motivo último de sus trampas.

El bosque, en sí mismo, es un entorno que se entiende como tan hostil como hospitalario para los habitantes de sus lindes. Conocerlo y respetarlo es un todo, pero no se puede conocer del todo un lugar tan grande que no se ha podido cartografiar aún. No hay más que leyendas sobre lo que aguarda en el corazón de Khad y lo que le pasa a quien se adentra en él. Se dice también que el tiempo es distinto en Khad, pero nadie tiene una explicación clara de qué significa eso. Hay versos sobre las vashie, pero tampoco nadie ha visto una en centurias.

La biodiversidad de Khad es el único misterio que la civilización está consiguiendo, poco a poco, desentrañar. Los padres de Ari trabajan en la universidad catalogando las especies que se van descubriendo en Khad; las habilidades de los tramperos del Arte para estudiar las criaturas son imprescindibles. Encontramos bestias conocidas, como los lobos, pero también un sinfín de seres que nos resultarán extraños: las garmotas, los gunda, los carebos, los cunis...

La inspiración para todos estos bichos ha venido de los bestiarios medievales y sus representaciones creativas de las criaturas tanto reales como inventadas. Un oso puede ser tan fantástico como una leucrota para un señor del siglo XI.



Es también en Khad donde se cuenta la leyenda que da título a este libro, y que explica por qué la luna cambia de posición en el cielo cada noche. Es posible que descubramos, a lo largo de la saga, cuánto tiene de verdad.


Avnia: la civilización y sus peligros

Avnia se nos presenta en el capítulo III lavando sábanas para subsistir en una ciudad extraña, a pesar de ser una hechicera formada en Hésteiggat, Arcania. Que levante la mano quien no conozca a alguien que terminó una carrera que le apasionaba y ha acabado trabajando de algo completamente distinto -y, potencialmente, subcualificado- para poder ganarse la vida después, al menos durante un tiempo.

Se nos dice que la falta de trabajo para los hechiceros radica en la desaparición de las aberraciones. Sin embargo, Avnia no se conforma y se adentra en la tundra, a pesar de que se dice que “fuera del Imperio no hay nada”. El pequeño gesto de Avnia, desafiando lo que “se sabe que es así”, es suficiente para desencadenar los acontecimientos que constituirán el núcleo de la saga.

Avnia, además, sabe lo que hace. Es competente y tiene ese impulso perfeccionista de hacer las cosas bien simplemente porque no hay otra forma de hacerlas. Su empeño sistemático en descubrir los problemas, encontrarles soluciones y ponerlas en práctica es fruto tanto de su entrenamiento como de su carácter, y es también muy “civilizador”: el poder hacerse cargo de los problemas otorga una falsa sensación de poder que puede derrumbarse al enfrentarse a lo que no se puede controlar, ya sea lo desconocido o la naturaleza salvaje.



Avnia se desenvuelve bien en el entorno lleno de reglas y protocolos donde ha estudiado, y precisamente porque lo conoce bien es capaz de romper con las normas cuando es menester. Sin embargo, se encuentra subyugada por quienes se han valido precisamente de ese mundo civilizado con sus mecanismos burocráticos para expandir una visión del mundo y la realidad que puede que no sea del todo verdad. ¿Es cierto que detrás del Imperio no hay nada? Será cuestión, también, de que lo descubráis según avance la lectura.



Magia

Me he acercado a la magia en esta novela desde los dos extremos del espectro, con la curiosidad de cómo podía hacer convivir los polos opuestos en la misma historia.

El primero es la magia académica, la que los hechiceros aprenden, investigan y desarrollan en Arcania, en un entorno académico y estructurado, casi burocrático. Es un sistema mágico nacido de una necesidad muy específica, la de sellar aberraciones, criaturas de otro mundo que se cuelan en éste creando el caos, para a continuación destruirlas o devolverlas al lugar del que proceden. Este sistema está basado en runas y matemáticas.

Tenemos la primera muestra en el capítulo V y, obviamente, veremos cómo se desarrolla más adelante. No he de decir nada más porque sería destriparlo. Digamos simplemente que la geometría es mucho más apasionante que el “base por altura partido por dos”.



El otro extremo del espectro lo representa la magia agreste y obscura de Khad, que te llena de preguntas para las que no hay respuesta sistematizada. ¿Qué es lo que acecha en el bosque? ¿Qué significa exactamente que el tiempo es distinto en Khad? ¿Por qué?

Explorar la reacción humana ante lo que no se puede explicar es bastante intuitivo, porque es lo que hemos hecho como especie durante milenios: inventarnos leyendas, dioses, explicaciones salidas de la imaginación para intentar ordenar el mundo en el que vivimos. Consuela pensar, a la hora de enfrentarse a una tormenta, que hay un dios cabreado lanzando rayos: es una respuesta. Como humanos, nos angustia muchísimo no saber lo que está pasando, hasta el punto de que preferimos una mentira o una fábula a aceptar nuestra ignorancia sobre el tema, porque nos deja completamente desvalidos ante lo desconocido.

Este ansia por respuestas lleva, paradójicamente, a establecer un vínculo con las explicaciones que nos inventamos -o las mentiras que nos cuentan- feroz. Cuando por fin aparece una explicación veraz a un misterio -¿cómo se transmite la peste bubónica?- la gente tiende a quedarse con la respuesta conocida, sea el castigo divino o cualquier otra historia peregrina como los “malos aires”, antes de aceptar las explicaciones de la ciencia, por ejemplo.

No hay que irse a la fantasía para encontrar ejemplos de esto, no hay más que encender la tele y poner el telediario.

Así, y de forma orgánica y sencilla, es muy fácil empezar a imbricar estos dos extremos a la hora de acometer la magia. Colocar a Avnia, con sus runas y sus polígonos, en mitad de Khad con todos sus misterios, es un experimento la mar de jugoso. ¿Podrá responder Avnia las preguntas que plantea el bosque? ¿Se enfrentará ella misma al horror de lo desconocido?

Obviamente, para descubrirlo tendréis que leerlo. Y me temo que tendréis que esperar al resto de la saga para encontrar el desenlace.

El último punto en este apartado sobre la magia es, como no podía ser de otra manera, la música. La música, al fin y al cabo, está sometida también a las leyes de la física -que se lo pregunten a los constructores del teatro de Epidauro- y puede traducirse, en cierta medida, en matemáticas. Que algo a priori tan frío e inamovible como las matemáticas se pueda entretejer con la música, que tiene tanto de alma y pasión para ser verdad, es un concepto fascinante que no podía faltar en esta historia donde la civilización y el orden danzan en armonía con el caos y la libertad del mundo salvaje.




Recapitulación

La leyenda de la bailarina ciega se adentra en lugares donde el tiempo es distinto y las leyes de la física se subyugan a otros poderes a los que no se puede poner nombre. Los cuentos son el poso de la memoria de un pasado terrible; la Historia misma ha servido a quienes la escribían para olvidar y hacer olvidar. Esta desmemoria colectiva disfrazada de conocimiento fiable despliega su peligrosidad a la luz de quienes se atreven a cuestionarla, desde el bosque a la tundra, con sus voces disonantes capaces de destapar realidades incómodas.

Esta novela es, en definitiva, el comienzo de la saga, que establece el punto de partida. En ella, el ser capaz de cuestionarse lo establecido y decidir si lo que se ha hecho siempre es lo adecuado para uno mismo es el eje principal en torno al que giran el resto de los elementos que he ido mencionando.

¿Os ha despertado la curiosidad? Pues aquí podéis haceros con esta historia: