martes, 27 de diciembre de 2016

The heart of what is lost

Érase una vez...

Se iban acabando los 90 e internet era algo que le pasaba a otras personas. La vida no es que me estuviera tratando muy bien y uno de mis pocos consuelos era meter las narices en un libro cuanto más gordo mejor y escaparme a mundos que no me recordasen mi miseria diaria. En una colección del Círculo de Lectores apareció una tetralogía cuyo tamaño prometía evasión a raudales y a la que me entregué.

Me chirriaban cosas, como que la gente dijera palabrotas y que hubiera demasiado "mundo real" colándose en la construcción del mundo (sobre todo con el tema de la religión), pero aparecía un viejo intrigante casi al principio y no necesité mucho más para engancharme. Se convirtió en una de mis sagas favoritas, fundamentalmente gracias a las razas no humanas, el misticismo que las rodeaba y todas las preguntas que no me contestó la historia. Dejó un hueco.

Esa saga es Memory, Sorrow and Thorn. Persona que tradujo el título al español: si me estás leyendo, quiero explicaciones. Espero que tengas una buena razón, como "alguien de marketing pensó que imitar el juego que el título hace con los elementos del libro quedaba raro en castellano y me obligó a cambiarlo". 

Sí, hijos míos. Esto fue traducido como Añoranzas y pesares.

Viajemos en el tiempo

El primer libro de la saga, The Dragonbone Chair (El trono de huesos de dragón en castellano) se publicó en 1988. ¿Sabéis qué se había escrito en 1988? El primer libro de Mundodisco había salido sólo dos años antes. Neil Gaiman apenas empezaba a asomar la nariz. Ursula K. le Guin y David Eddings seguían siendo referentes.

Ay, hijitos, eran otros tiempos. E, insisto, no había internet. 

Vuelve de los cerros de Überwald, anda

Sí, bueno. El tema es que es una saga pantagruélica que viene a hablar de pérdida. Pérdida, duelo, rebelión, resignación. A pesar de contar con un quinceañero insoportable como protagonista, no es lo que yo llamaría literatura juvenil. Es una de las sagas más brutales que se han escrito y no entiendo por qué no la han reeditado en español con el "boom" de Game of Thrones.

Me he puesto a hablar de ella sosteniendo mi taza de té y mirando al infinito porque el mes que viene, después de veinte años, va a salir al mercado una novela corta continuación de la misma. Es algo con lo que no contaba. 

Es algo que espero expectante.


Mirad, a Martin le gusta la saga...
¿Debo esperar más tripas colgando esta vez?


The heart of what was lost

No he querido spoilearme excesivamente. Es un aperitivo para el premio gordo: otra trilogía en Osten Ard, unas décadas después del final de Memory, Sorrow and Thorn: The last king of Osten Ard. Persona que va a traducirlo al español: si me estás leyendo, por favor, no lo traduzcas como "El rey de las ostras", "Las últimas ostras", "El último rey" o alguna cosa así que te digan en marketing. Porfa.

Espero de la novela corta que me devuelva a Osten Ard. De la trilogía no quiero esperar nada. Releí la saga original hace poco y por primera vez en una década y descubrí, ahora que soy mayor y me he dado muchos cabezazos metafóricos contra la pared en materia de creación literaria, cómo está escrita. La deformación profesional me ha abierto un nuevo mundo de disfrute. Vale, la gente muere a carretillas, pero no gratuitamente. Los bichos... Descubrid los bichos. Disfrutad de las descripciones.

Entre esto y el Breath of the Wild mi productividad literaria va a bajar bastante.

Valdrá la pena.

 

jueves, 22 de diciembre de 2016

De Tolkien, héroes y poesía

Voy a remangarme un poco antes de empezar a escribir.

El mes pasado decidí que estaba en un momento vital buenísimo para releerme a Tolkien. Acerté. De página en página recordé por qué El Señor de los Anillos me cambió la vida con doce años y por qué fui rebuscando sus títulos de librería en librería durante los años siguientes, en esa era geológica en la que acceder a internet era más o menos como darle a la ouija. Descubrir que había un género literario enterito de espada y brujería fue una revelación.

Ted Nasmith lo ilustra maravillosamente.

A lo largo de los años he escuchado a mucha gente hablar. Y he oído varias veces lo de que si la obra de Tolkien es maniqueísta, que si es muy pesado con las descripciones, que si los héroes, que si el realismo, que si las mujeres en su obra, que si lo que mola es volverse vanguardia quejándose de lo que hizo el primero que tuvo éxito haciéndolo y voy a patalear un rato porque si me pusiera a hacer lo que hizo él no me saldría.

Porque mira que lo han intentado. ¿Cuántas sagas tienen elfos descafeinados y mundos bidimensionales que dan vergüenza ajena? ¿Hablamos de los kender y de la Dragonlance? A todos los subproductos semi-imitadores les pasa lo mismo: no se toman en serio. Quieren "acercarse al humano de a pie" convirtiendo a los elfos en parodias o ensalzando al antihéroe, escribiendo como (y para) canis frikis resentidos. Cercenando la poesía y la espiritualidad, que es precisamente el alma de la obra de Tolkien. 

Dotar de espíritu poético a la prosa, ya sea trágico o lírico, es difícil de cojones. Parece más fácil (y es más satisfactorio para el mediocre) parodiar, pero la sátira y la parodia bien hechas son también muy complicadas, así que lo que salen son, mayormente, bodrios que gritan "quiero y no puedo". 

Ejem.

No puedo evitar, cada vez que alguien dice "blablabla descripciones blabla innecesarias y aburridas" entender "tengo la capacidad de atención de un gato después de beberse medio litro de café". No sé, quizá sea por haberme licenciado en Historia del Arte, pero de verdad que en esta última relectura no he encontrado las descripciones pesadas. Están bien puestas, cosa que no recordaba. Y transmiten sensaciones. Pero, claro, tienes que entrar en el espíritu.

Y, ahora que me he quejado de que la gente se queja, voy a pasar a emocionarme y a entrar en el espíritu.

Héroes. A Tolkien se le dan muy bien los héroes. Creo que si le hubiera dado por escribir una historia de sillas habría conseguido imprimir heroicidad en una banqueta. Además son héroes de verdad, héroes de get the shit done. Aragorn, Lúthien, Frodo. Fingolfin. Y, también, se le da bien la poesía. La lírica y la tragedia y la épica. ¿Os acordáis de que la épica nació como género poético? La misma Ilíada es un compendio de tripas colgado sin perder el alma poética.

Héroes. Poesía. Prestar atención. Hijos míos, nada de eso está de moda. Tolkien consiguió crear un mundo real sin tener que recurrir a elementos prosaicos: ni intestinos por el suelo, ni fluidos, ni tránsito intestinal, ni refocilamiento explícito. Creó un mundo real y poético. Sensaciones, miradas, magia. Cualquiera puede crear un mundo real con cosas "reales", pero él creó un universo poético y se quedó tan ancho. Creó algo más grande.

Hay quienes sienten esa poesía y se zambullen en ella y en su universo sin taparse la nariz. Sin miedo. Y hay quienes le tienen alergia, recelo, qué se yo. Quizá la encuentren complicada. Supongo que tampoco sintonizan con los cuentos de hadas. La incredulidad más difícil de suspender es precisamente la de quienes no creen en nada.


martes, 22 de noviembre de 2016

"La música del silencio" para muggles

Hola, soy la creadora de Tronnia y vengo a explicaros un par de cosas acerca de confundir la velocidad con el gorrino, la sensación de poder y los libros bonitos.

Primer Acto: Opinólogos, criterio y las cuatro témporas.

Estaba yo toda feliz con el subidón que tiene una después de leerse un texto bonico traducido, buscando la versión original en ebook, cuando me encontré con que valía lo mismo que en tapa blanda (WTF). Quisieron los hados que se me ocurriera bajar y leer un par de opiniones de una o dos estrellas.

W. T. F.

Esto me ha hecho pensar en varias cosas.

1. Si vas buscando gore y resulta que lo que te encuentras es una comedia romántica, juzgar la comedia romántica bajo los criterios del gore porque te da rabia haberte equivocado de libro es igual un poco exagerado. 

2. Hay una teoría muy buena sobre cómo cuanto menos entiende alguien de algo más se cree que sabe. Me parece interesante. 

3. Las dos reflexiones anteriores se evitarían si tuviéramos en cuenta lo siguiente: en esta línea actual de confundir la velocidad con el tocino, que es uno de los deportes preferidos de internet, voy a recordaros que existe una cosa llamada relativismo estético y que viene a explicar que el hecho de que a ti te guste algo o no no tiene nada que ver con que sea bueno o no. 

Esto a la gente suele dolerle en la patata porque tenemos asociado que si algo es canónicamente bueno nos tiene quegustar y, si no, somos defectuosos. ¿Me estás llamando tonto? Si este cuadro es tan bueno debería emocionarme, ¿no? Si no me emociona es porque soy tonto y no lo entiendo o porque es malo, así que elijo que sea malo y lo voy a denostar hasta reventar internet. A ver... No. Puedes entender (o no) por qué algo es bueno o está bien hecho (o no) y que te guste o lo odies independientemente de eso. Identificar que lo que te gusta es lo mejor de lo mejor y lo que no lo peor de lo peor denota cierta parcela de madurez emocional a nivel de parvulario y es una de esas cosas que deberían hacerse mirar. Ejemplo gráfico: hay marcadores para concluir que un retablo barroco dorado es de mejor o peor calidad, pero a mí me van a dar urticaria todos igual.

4. Todo lo anterior, además, se magnifica porque ahora tenemos picotas públicas para valorar las cosas con estrellicas a nuestra bola. No se da un criterio de evaluación porque la idea es llegar a todo el mundo y la única forma de que todo el mundo pueda participar es que usen algo que todos tenemos: una opinión. Sí. ¿Informada? ¿Desinformada? Da igual. Es una opinión. Algo te gusta o no basado en inserte aquí matojo rodando por el desierto. Y esto lleva a la sensación de poder, porque ahora tu opinión importa. Da igual que seas lerdo, mala persona o te guste despellejar gatitos: internet te permite dejar por ahí tus opiniones y sentirte importante al hacerlo. Lo siguiente es sentirte ofendidito cuando alguien no las respeta. Noticias frescas: las opiniones, incluidas las mías, no merecen respeto por el hecho de ser una opinión. No somos más que otro ser humano más con acceso a un teclado. ¡Oh, dios, el suelo tiembla bajo mis pies! Sí, suele pasar. Fórjate un criterio y así no te darás por aludido cuando te recuerden cosas como esta. 

Segundo acto: La música del silencio 



Dicho esto, voy a centrarme en qué hay que hacer para disfrutar La música del silencio

1. Leerse el prólogo. En serio: hay un prólogo que te dice claramente "esto no tiene acción, si buscas Kvothe deja de leer ahora, esto es otra cosa más poética". Que os están avisando. 

2. No esperar acción. Por si acaso os saltáis lo del prólogo. No, no tiene acción. No es un libro de aventuras. 

3. Entender las metáforas. Este es un libro que no sé si llamaría de prosa poética. Lo importante no es lo que pasa sino cómo pasa. ¿No te apetece pararte a pensar, a contemplar, a sentir? Go ahead y tira con la Dragonlance. Aquí tienes que ir preparado para que te partan el pensamiento lateral. 

4. Que te guste leer. LEER. No procesar información escrita que te transmita que pasan cosas, sino LEER. Los juegos del lenguaje, las formas poéticas. Lo que se puede retorcer una escena dependiendo de las palabras usadas. La magia de las palabras. 

5. Ir con la mente abierta. No es una novela al uso, no puedes esperar que haya lugares comunes donde agarrarte. Disfruta de eso, como si tuvieras cuatro años y fuese la primera vez que te llevan al parque de atracciones. A partir de ciertas edades es difícil descubrir cosas nuevas, así que no desaproveches esta oportunidad. 

Tercer acto: SPOILERS ADEREZADOS CON MÁS SPOILERS.

Este libro es terriblemente hermoso y devastador. Auri, como metáfora, es poderosa: la mente herida encerrada en la Subrealidad, una suerte de mundo en sí mismo que se nutre parcialmente de la realidad, ajena y agresiva, exterior. Un lugar que es muchos y donde, sola, ha de acometer una serie de tareas tanto impuestas (como comer y dormir) como autoimpuestas (organizar el mundo, que todo esté en su sitio). 

El trauma que la lleva a esconderse es desconocido, pero su reacción se puede entender perfectamente. Su misión no es tan azarosa como pudiera parecer. Auri subsiste a base de dotar de significado a lo que la rodea, de mirar y percibir de forma poética. Es uno de los personajes más infelices que he visto nunca, lleno de resignación sabiendo a qué atenerse con su ilusión. Y, sin embargo, se las ingenia para seguir viva en un equilibrio muy precario en el que los contratiempos pueden ser fatales. 

Para entrar de verdad en el espíritu del libro hay que empatizar, dejarse llevar a ese mundo laberíntico de soledad extrema, un universo cerrado donde es más sencillo mantener el control, o al menos un espejismo del mismo. Transcurre en un momento en que Auri ha encontrado un aliciente. Tiene algo que esperar, un momento en el tiempo que anhelar, una visita. Su existencia se articula hacia ese momento y esa ilusión es el motor de sus acciones a lo largo de las páginas. Recuerda con terror/desazón los tiempos en los que ese aliciente no existía. 

Hay un capítulo (Hueca) que dura una línea y en el que he leído todo lo que no está escrito. Ocurre cuando cree que la visita ha llegado antes de tiempo, pero al ir a buscarla no está. Se derrumba. En ese derrumbe se manifiesta toda su fragilidad, todo el espejismo de sentido que tiene su vida se hace patente también para ella, viendo todo lo que no quiere mirar porque sabe las consecuencias que tiene mirarlo: el vacío. Sin ese aliciente no hay nada, sólo queda ella, y ella es muy poco y está vacía (o, al menos, así lo siente). 

No sé qué podría salvar a Auri y, de hecho, no he terminado de digerir la lectura. Es preciosa y tristísima. Remueve. No puedo decir ya nada más.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

La reglas


No debes andar sola después de la puesta de sol. No debes aceptar invitaciones de desconocidos. No debes salir de la aldea. No debes adentrarte en el bosque. Debes vigilar a tu hermana.
Las reglas están para algo, pero a veces parecía que se esforzaban en romperse solas. Ella no tenía la culpa de que el gato hubiese salido por el ventanuco después de la puesta de sol. Tampoco tenía la culpa de que otra de las reglas fuera no dejar escapar al gato, ni de que pareciese primar sobre el resto en el momento en que decidió salir corriendo tras él, cruzando la aldea entera hasta mucho más allá de las últimas casas, hasta la linde del bosque, cuando el crepúsculo moría y daba paso a una noche cada vez más cerrada.
No debes tener miedo. La niña estaba intentando no romper la regla que venía envuelta en anticipación. Se preguntó si ignorar lo que le cerraba la garganta y estrujaba el estómago rompería, una vez más, otra regla capital: la de no decir mentiras.
—¿Bigotitos? —susurró, hacia la espesura. Podía ver muchos movimientos entre la espesura. Alguno podría ser cosa del gato. Quizá...
Dio unos pasos hacia el interior del bosque. Giró la cabeza para no perder de vista las luces de la aldea.
Debes acabar lo que empiezas. Algo crujió a la derecha, tras los árboles. La niña se pasó el dorso de la mano por la mejilla izquierda, limpiándose las lágrimas embusteras que brotaban fruto de un miedo que no debía tener.
Dio un paso más, preguntándose para qué están las reglas, en cualquier caso; rompiendo, oportunamente, el mandato primario de obedecer sin chistar. Un pensamiento libre, curioso y valiente se abrió paso a través de lo memorizado y tomó el control de su cuerpo. Se dio la vuelta y echó a correr hacia la aldea, pero no hacia su casa, sino hacia la taberna donde la Leñadora estaría bebiendo.
A la niña no le importó que todo el mundo se volviera a mirarla cuando entró. Ninguno de ellos sabía que las lágrimas que vertía ya no eran fruto del miedo, ni de qué eran las manchas de su delantal, ni por qué lloraba su hermana. Rompió otra regla, una que había sabido a sangre, la de no hablar nunca con aquella mujer. Cogió la mano enorme de la Leñadora, con tantos callos como la manita amoratada de la niña, y se la llevó, esta vez sí, a su casa.
Cuando la niña abrió la puerta, no esperaba que Ella ya estuviera allí, que hubiera llegado tan pronto, que su hermana llorase antes de la medianoche, que la Leñadora fuese a verlo todo y no hicieran falta explicaciones.
Cuando la niña soltó la mano de la Leñadora y se abalanzó sobre Ella, sólo pensaba en establecer las reglas correctas.
—¡La dejarás en paz! ¡Nos dejarás en paz! ¡Te irás!

La Leñadora no podía creerse que las niñas se hubieran dormido, al fin, acunadas por la nana ronca del Pastor.
—No lo sabíamos —murmuró la Leñadora, cuando el Pastor se sentó a su lado—. Todos estos años...
—Se pondrán bien —aseguró el Pastor—. Estarán bien. Irán contigo al bosque, conmigo al prado. Crecerán y recordarán más noches contando estrellas que noches... Allí dentro.
—¿Cómo puede tener nadie el alma tan podrida? —gimió la Leñadora.
—Ya está —sentenció el Pastor—. Pronto dejarán de tener miedo. Y tú también.

martes, 25 de octubre de 2016

De hacer las cosas bien y que salgan mal

Este es uno de los grandes baches de la historia vital de cada uno. Una situación para la que no nos han preparado.

Os voy a contar un secreto a voces. Sé que puede parecer una perogrullada de un tamaño capaz de engullir galaxias, pero veo necesario ponerlo por escrito.

Por mucho que te esfuerces, 
por muy bien que hagas las cosas, 
éstas no tienen por qué salir bien.

"Hombre, eso ya lo sabemos", diréis. Bueno, vamos a dar un par de pasitos atrás. Toda la vida nos han vendido, supongo que con el objetivo de que hagamos lo que es debido en cada momento, que el esfuerzo tiene su recompensa. Que estudias y apruebas. Que te sacas una carrera y tienes trabajo. Que practicas lo suficiente y ganas.

Eso, hijitos míos, es total y absolutamente falso. Dejadme que os comente la cara B de este secreto: hay cosas que no dependen de uno. Tachán.

Es terriblemente fácil sentirse frustrado si has "cumplido" y no has obtenido la recompensa "prometida" (aprobar, trabajar, ganar). En el ámbito que nos ocupa, digamos que es publicar y ver reconocido tu trabajo. Puedes decir "coñe, que he escrito la Gran Novela Occidental del siglo XXI, ¿por qué no me la publica nadie?" y querer quemar cosas, o sentirte un guiñapo tirado por los suelos porque lo has hecho no sólo lo mejor que las podido, sino objetivamente bien, y aun así no ha funcionado.

Esto puede llevar a que te chupe un pie hacerlo bien la próxima vez, porque total no vale para nada. Es una actitud perfectamente comprensible, pero peligrosa. O que te sientas una mierda, buscando una explicación a por qué esa recompensa no está ahí, y deduzcas que será porque la has cagado en algún punto, y te sientas indigno, insuficiente o alguna otra cosa así autodestructiva y peligrosa.

Deberíamos reajustar la perspectiva. Sacar la recompensa del cuadro. Uno se esfuerza y hace las cosas bien porque es lo que hay que hacer. Fin. La recompensa es como la lotería de Navidad. No depende de ti, a veces ni siquiera de otras personas. Ser plenamente conscientes de que el esfuerzo y el tesón son "el arte por el arte", y que son necesarios en sí mismos para poder dormir por la noche es una certeza que nos ahorraría muchas frustraciones.

Podría ponerme ahora a hablar de las Ítacas, de la perseverancia, de buscar atajos... De gente a la que le llega el éxito por sacarse un moco en el momento adecuado. De genios que se los comen en la oscuridad. Ay, hijitos: no hay patrones, ni libro de recetas, ni garantía de que si esto y esto sale bien da como resultado esto otro. La existencia entera es una tragaperras y hay poquitas cosas que estén en manos de uno. Escribid bien, llamad a todas las puertas, no os rindáis. 

Bienvenidos a la incertidumbre vital. Afrontadla. Miradla a los ojos y así no podrá morderos el culo.

jueves, 22 de septiembre de 2016

Libros de señores muertos: de Occidente, el olvido...

No sé por qué Olvidado Rey Gudú no tiene una legión de fanses montando la Olar Weekend cada año ni entiendo por qué no hay camisetas de Ardid. Esta es una historia de fantasía de la buena: fantasía de la de antes, en que los países fabulosos podían encontrarse en algún lugar del mapa de nombre impronunciable. Es además una historia en la que la gente es gente: hasta el cenutrio mayor del reino tiene capas. Como las cebollas, que diría Shrek. 



Es un cuento de hadas contado como un libro de historia. Es más lírico que épico, y cuando digo lírico me refiero tanto al contenido como al continente. La prosa es... Ana María Matute. En serio, las descripciones son maravillosas, van a la yugular. Y el narrador, que es una especie de consciencia omnisciente (con la voz de Constantitno Romero en mi cabeza), es bastante imparcial, de forma que las cosas buenas y las malas están en el mismo plano consiguiendo además que a veces no se sabe si las buenas son buenas y las malas son malas. Pero, también, tiene "personalidad": es exquisitamente poética.

Sí, me gusta este libro.

Por supuesto, habla de olvido. De un capítulo a otro, el olvido se va colando entre los párrafos, asomándose aquí y allá. Infancia perdida, buenas intenciones que se olvidan según se pronuncian, el olvido como bálsamo, el olvido como maldición... Si no se te encoge el alma poco a poco según lees es que no tienes.

 Presentad vuestros respetos a Ana María Matute

Su densidad es parte de su encanto. No es una lectura fácil y las cosas pasan despacio, pero a diferencia de en CdHyF ese "despacio" es poético. Se disfruta más que se tolera. No es un libro de cosas que pasan, sino de cómo pasan las cosas. Además, la imbricación de historias de índole diversa crea unos cambios de ritmo y de ánimo que pueden llegar a agotarte emocionalmente.

Es un pedazo de libro. Hay que leerlo despacio. Y, por lo menos, releerlo una vez cada quince años. No creo que termine de sacarle todo el jugo hasta que cumpla ochenta años. No se me ocurre día más simbólico que este primero de otoño para hablar de este libro. Así pues, hijos míos, leed.

viernes, 5 de agosto de 2016

De bollos, coscorrones y la aprobación de tus semejantes

Es agosto, ayer vi una peli sobre la diversidad en las capacidades y tengo ganas de soltar un soliloquio.

Me satura internet.

De un tiempo a esta parte, cada vez que abro Twitter me encuentro con dos tipos de tweets:

A) CÓMO SER UN MEGAESCRITORDELAMUERTE, COMMUNITYMANAGER Y DIOS TODOENUNO. 75% más o menos.

B) Otros.

Tengamos en cuenta que, para empezar, yo lo del "quid pro quo" twitteriano lo llevo muy mal. Por lo visto hay gente que te sigue para que la sigas, y si no la sigues se enfurruña y no te ajunta más y te deja de seguir. No, mira, eso me suena tanto a recreo de la ESO o a chantaje .net que va a ser que no. Sé que es que "funciona así" y tal, pero ese no es un argumento.

  Así me imagino a los seguidores que desaparecen.

Fin de la digresión.

El tema es que al cabo de un tiempo bombardeada con consejos, recomendaciones y pinchazos en la espinilla con cómo usar redes sociales, blogs para escritores y consejos varios, te da como cosa lo de no estar siguiendo las recomendaciones. O, más bien, no compartir los objetivos que persiguen esas recomendaciones. Me explico: "diez formas de ganar seguidores". Y a ti te la pela ganar seguidores, fundamentalmente porque más seguidores no implica que escribas mejor, que es tu meta final. 

Y te lees los artículos y dices "anda, qué útil para la gente que quiera ganar seguidores" o "pues vaya truño perogrullínico", según el caso, y ya está. Pero, al cabo de un tiempo, empiezas a preguntarte si estará mal no querer ganar seguidores o que te dé igual que la gente lea o no tu blog porque total lo que quieres es un sitio donde tener juntitas todas tus publicaciones y enlaces a reseñas que te permita soltar tus soliloquios de vez en cuando.

Me imagino que ser una yaya analógica empapa mi forma de ver las cosas. Tengo esa idea loca de que es cosa de la editorial que te publica vender el libro que te publica. Porque, hijicos, lo que me interesa vender en todo caso son mis libros, no venderme a mí. Ojo, que si me hubiera tirado a la piscina de la autopublicación estaría atesorando cada uno de los enlaces, analizando la información y fabricando mi propio manual, buscándome una marca personal e igual hasta haciéndome Youtuber (escalofrío de terror he sentido al escribirlo). Pero no me compensa. Hay por ahí seres multiclase que pueden escribir y subyugar las redes sociales sin colapsar y que les salgan sarpullidos, pero yo no. Bienvenidos al fantabuloso mundo de la diversidad: una perdona el bollo por el coscorrón. 

Aceptar que lo que se me da bien es escribir y no vender libros fue, en su momento, una liberación. Si alguien lee esto y ve las cifras de seguidores en Twitter y Facebook podrá comprobar que he invertido muy poca energía en "ganar seguidores". Sé perfectamente que estoy bastante "fuera" de donde se mueven las cosas, que no voy etiquetando gente ni dejando comentarios y que (por supuesto) no me meto en polémicas. Y toda esta parrafada viene para decir a las personas humanas que escriban y que se estén preguntando si son un fracaso porque no tienen "likes" que se paren un momento a ver qué es lo que quieren.

Puedes querer escribir cada vez mejor. Puedes querer dedicarte al FanFic sin ningún tipo de presión. Puedes querer escribir lo justito para tener millones de seguidores y salir de pobre. Puedes quererlo todo. Lo que quieras está bien. (Si es matar gente o delinquir, no, pero creo que no hace falta especificarlo).

Sé que el público objetivo de esta entrada es reducido. Y me parece bien porque suelo ser parte del público objetivo reducido de muchas cosas y doy palmas con las orejas cuando algo me llega. 

Y con esto y un bizcocho me voy a seguir corrigiendo cosas a chorro de arena.

sábado, 9 de julio de 2016

Personajes que molan un melón

Aviso a navegantes: SPOILERS de Battlestar Galactica y El Silmarillion.

He visto por ahí alguna que otra lista de "personajes femeninos que molan mucho en la fantasía y la ciencia ficción" y hay gente que falta sistemáticamente. Con todos vosotros, mi top 3 de personajes chachis que resultan ser mozas.



LAURA ROSLIN

¿Mata gente usando sólo los dedos de los pies? No. ¿Lleva un tanga blindado? No. ¿La historia podría seguir perfectamente igual sin ella? NORL.



Laura Roslin es la cristalización de una fantasía distópica jugosísima: se acaba el mundo y el poder civil recae sobre la ministra de cultura, que además es maestra de escuela. No sé si tenéis maestros de primaria en vuestras vidas, pero ya os digo yo que tienen poderes. Este rol "soft" se lo echan en cara al principio de la serie "oh, nos va a liderar una maestra en nuestra lucha contra las malvadas tostadoras sanguinarias", lo cual sólo retrata la ignorancia del personal sobre lo que es estar al frente de una clase.

Bueno, pues esta señora, que resulta estar muriéndose, es capaz de plantarle cara al mismísimo Adama (Adama, todos somos contingentes, sólo tú eres necesario), a cantarle las cuarenta a Gaius Baltar; se enfrenta a decisiones que pueden extinguir a la especie humana... Y no la oirás quejarse. Es un Frodo de la vida: ¿qué hace un hobbit como tú en un Mordor como este? Pues nada, aquí, aceptando una responsabilidad que me ha caído encima sin buscarlo y tratando de hacer lo correcto.

Uno piensa en "personajes femeninos fuertes en Battlestar Galactica" y salta automáticamente Kara Thrace fumando puros. Que sí, que mola, pero me parece fatal dejar atrás a Laura Roslin, que tiene la cabeza bastante mejor amueblada.


LÚTHIEN TINÚVIEL

Si estáis poniendo cara de WTF es que esta entrada lo está haciendo bien. Espera, que os leo el pensamiento: "¡Pero si esta es una princesita que se dedica a bailar en el bosque siendo guapa!".

NORL.




Es una persona que llega hasta donde haga falta para conseguir su objetivo.

Que su objetivo te parezca ñoño es tu problema.

Si se hubiera ido a cantar ante Mandos para salvar a su hermana sería alabada como si acabase de salir de Frozen. Pero no, la lía parda para salvar a su amado, y el amor romántico está de moda denostarlo, así que esta pedazo de historia de tener los ovarios como ruedas de molino se queda relegada a "una moza guapa enamorada que se pega un baile".

Me vais a permitir que me vaya por los cerros de Überwald: detecto, últimamente, una alergia muy grande a que la gente sea simétrica. Una especie de "Eh, que no lo puedes tener todo. O eres un personaje interesante o eres guapo". Que qué tendrán que ver las gónadas para comer trigo. Esto, anyway, es irrelevante en El Silmarillion, donde TODOS los elfos son guapísimos por defecto.

Vuelvo a Beleriand. Pues eso: Lúthien se enamora de Beren, que es un mozo que los tiene cuadrados también y que las ha pasado canutas, y el padre de Lúthien, que es un poco cortico, se pone en modo padre de "nunca te quedarás con mi hijaaa", como si ella no tuviera opinión, y manda a Beren a por un Silmaril para acceder al contubernio. (Este recurso es muy viejo y muy efectivo).

Beren acaba prisionero y Lúthien se da cuenta de que o va ella a salvarlo o el pobre se va a pudrir allí. ¿Qué hace? Desafía a su padre, se escapa de la casa-árbol chunga donde la habían encerrado, tiene que lidiar con elfos malosos y envidiosos que la traicionan por el camino, se hace amiga de un perrete bersherker y acaban enfrentándose al mismísimo Sauron. Sin tanga blindado ni ná.

Espérate, que vienen curvas: rescatado Beren, acaban metiéndose en la guarida de Morgoth (DE MORGOTH) donde ella no pierde el temple y a base de su magia consigue arrebatarle un Silmaril a Morgoth. Oh, sí: eso que llevaban persiguiendo los hijos de Fëanor todo el libro lo logra la princesita que estaba ahí en el bosque cantando y siendo guapa.

Admito que hay un "momento Águilas" en esta historia, pero teniendo en cuenta que los pollos ex machina son marca de la casa Tolkien no tiene mucha importancia.

Pero hete aquí que Beren acaba muriendo y Lúthien, sin despeinarse, se marca un Orfeo y se va a buscar a su amado muerto allá de donde no se retorna (teóricamente). Y LE SALE BIEN. Paga el precio de renunciar a su vida inmortal, pero ojo: toma esa decisión solita, sin presión ninguna. Elije lo que quiere. A lo largo de toda la historia, a Lúthien le da igual lo que le mande su padre o lo que se espera de ella: hace LO QUE LE DA LA GANA.

Sí, sí. Princesita desvalida que necesita ser salvada. Contadme más.


YAYA CERAVIEJA

Todos sabíais que iba a acabar aquí. 

 
He sacado la ilustración de la Wikipedia, no sé quién es el ilustrador :S

Yaya es un personaje redondo. Redondo del todo. Le sale (casi) todo bien, pero no se libra de pagar el precio de sus actos y tiene "imperfecciones" (por ejemplo, un desprecio manifiesto a la ortografía). Cabalga sobre la soberbia en pos de la humildad. Es consciente de sus debilidades, de los puntos oscuros, y ahí reside precisamente su fortaleza.

Me entra el tembleque hablando de esta mujer.

Es una vieja. Es puro conflicto (literario), haga lo que haga. Es tan de verdad que uno puede buscar en ella su brújula moral (ante la duda, pregúntate qué haría Yaya Ceravieja en tu lugar). Si hay un personaja imprescindible en una lista de señoras chachis, es ella. Y sí, la estoy analizando muy por encima porque ya tiene hordas de fanses que se han dedicado a ensalzarla, analizarla y hacerle procesiones, así que no necesita que la saquen de ningún pozo.


Ea. Me he quedado nueva.

lunes, 4 de julio de 2016

Carta a mí misma hace quince años

Querida yo:

No me pongas esa cara. Sé que te encantaba esa escena. Sé que la escribiste en un momento en que necesitabas ganar algo y que alguien te reconociera tus habilidades. Me acuerdo de lo mierda que era tener que recurrir a la ficción para paliar las injusticias de cada día, la frustración que sentías cada vez que una cara bonita se llevaba los elogios y lo que tú hacías bien no le importaba a nadie. No te creas que no me acuerdo de lo que era surfear en olas de rabia y tristeza, gritar cuando ese mar de soledad me atrapaba y parecía que iba a ahogarme. Escribir era la tabla de salvación, lo sé. Me acuerdo.

Pero esa escena, querida yo, sobra. Sé que no querías contar nada cuando empezaste a escribir esto, sólo esconderte en un mundo donde tuvieras algún control. Qué cosas. Tu necesidad de huida te dio práctica. Te ha llevado hasta donde estoy ahora. Aprendimos a las bravas. Me acuerdo del día que descubrimos que "discursión" no llevaba "r". Y, como esas, muchas.

Creaste un mundo brutal donde se desarrollaba una birria de historia. No puedo culparte. Estabas aprendiendo. La hemos corregido muchas veces. Cómo te gustaba repetir palabras. Cómo te gustaba lo de "en verdad". Quedaba así como solemne, ¿eh? Nos tomábamos muy en serio la historia. Quizá demasiado. Sé que no te importa que haya corregido todo eso.

Je. Si te llegan a decir que ibas a acabar firmando libros...

Tenía que hacer justicia a ese mundo y a esos pobres personajes. Reconócelo, iban por la historia como pollos sin cabeza. Lo cual, por otro lado, es normal: recuerdo que querías reflejar precisamente eso. La falta de propósito, la sucesión de hechos "para nada". Ganar para nada, perder para nada. No te voy a pedir perdón por haberlos cogido por el pescuezo y haber contado algo. He hablado de pollos sin cabeza, precisamente, pero lo he hecho bien.

Leí, no me acuerdo dónde, que una de las habilidades más útiles que puede aprender un escritor es el recorte. Y le he metido una poda tremenda. Personajes que parecían imprescindibles han desaparecido para siempre. ¿Sabes qué? He descubierto que el impulso fundamental de escribir, ahora que soy vieja, se basa en el "no hay huevos". Dicen que lo mejor que se puede hacer con las primeras novelas es guardarlas en un cajón. Bueno, pues yo he decidido hacer algo de provecho con ella. Me están haciendo falta muchos, muchos huevos. De brontosaurio.

Así que, querida yo, me acuerdo mucho de ti mientras sigo este proceso. Cuántas collejas te daría. Cuántos abrazos. Qué pequeñita eras. Qué imaginación tenías.

martes, 28 de junio de 2016

13 cosas que querría ver en GoT/CdHyF. Gazpacho de spoilers inside.

Bueno, bueno, bueno.

Tiempo ha ya hice una entrada sobre esto. Tras el fin de la sexta temporada me veo obligada a actualizarla. 

Cuidadín: spoilers debajo de Robert.



A ver, yo tenía una lista... Voy a empezar tachando lo que ya he visto.

1. Arya reecontrándose con Nymeria.
2. Bran poseyendo a un dragón. 
3. Arya terminando su lista.
4. Sansa palmando.
5. Corazón de Piedra VS zombis aleatorios.
6. Tyrion montando en dragón.
7. Jaime haciendo brocheta de Tyrion.
8. Daenerys VS el calamar del cuerno.
9. Theon muerto.
10. Ramsay hijo comido vivo por las ratas, muriéndose de sepsis, inserte aquí su "recibiendo su merecido" favorito.
11. Cersei perdiendo su identidad.
12. Cómo se cantea el I+D que están haciendo con La Montaña.
13. A Melisandre en todo su esplendor. 
14. Bonus track: Los Otros invadiendo los Siete Reinos.

Hay cosas que ya me dan igual. Por ejemplo, la trama de Theon ya no es un bodrio supino y aburrido, desde que escalabró a la psicópata tirándola por la barandilla, así que no tengo tantas ganas de que desaparezca de una vez. Me pasa igual con Cersei. So... Remocemos la lista, entonces.

1. Arya reecontrándose con Nymeria.
2. Bran poseyendo a un dragón. 
3. Arya terminando su lista.
4. Sansa deshaciéndose de Meñique y que parezca un accidente. Esto, por ahora, sólo tiene sentido en la serie, pero ya veremos en los libros.
 
 "Aquí abajo nunca encontrarán tu cadáver, Petyr"

5. Corazón de Piedra VS zombis aleatorios.
6. Tyrion montando en dragón.
7. Jaime haciendo brocheta de Tyrion.
8. Daenerys VS el calamar del cuerno.
9. Lady Mormont con, yo que sé, un alfiler de acero valyrio o una canica de obsidiana. Que salga en todos los capítulos que incluyan el Norte, en cualquier caso. No sé el papel que va a tener la niña en los libros, pero en la serie se ha ganado su puesto a pulso.
 
Do not mess with Lyanna Mormont.

10. Cómo se cantea el comadreo Dorniense. Que mira que fue épica la aparición de Varys saludando con un "Fire and Blood". En los libros, evidentemente, espero que Arianne haga algo aparte del panoli.

El Dios de la Luz los cría y ellos se juntan.

11. Cersei perdiendo su identidad. O a la barbacoa.
12. Al Perro reuniéndose con su hermanito. Es el cierre más práctico para la historia de ambos.
13. A Melisandre en todo su esplendor. 
14. Bonus track: La salida de Winds of Winter. Esto no es lo mismo si no puedo gritarle a la pantalla "esto en los libros no pasaaa".

martes, 21 de junio de 2016

Por qué estoy expectante ante la salida de Zelda: Breath fo the wild

Esto no es un análisis ni nada del palo. Es una reflexión subjetiva sobre ansias vivas.



Ha sido ver el tráiler y una poca gameplay y ya quiero que saquen el juego y desaparecer del mundo real una semana. Me pasa un poco como en tiempos atávicos en los que supliqué a mi padre por una colección de espada y brujería del Círculo de Lectores y estuve arañando el suelo de las ansias hasta que llegó el primer volumen de una de las sagas.

Esto es una historia de la abuela cebolleta, pero ponerlo en el título me estropeaba el feng-shui. Cuando yo era chica eso de los videojuegos, como las actividades deportivas de equipo, eran cosas que le pasaban a otra gente. Mi primer contacto con un videojuego fue en el ordenador de mi primo, con un cavernícola que le daba garrotazos a cosas. El bicho iba avanzando y aplastando cabezas y no tenía más enjundia.

 Una historia apasionante. Yeah.

También jugué a algo en casa de una amiga (era un bicho que se subía a un tigre e iba corriendo) y descubrí que agitar el mando para que el bicho saltara no funcionaba. Tiempo después acabé jugando al Diablo II. Era exactamente lo mismo que el del cavernícola en tema de enjundia, pero desahogaba bastante en época de exámenes, cuando sólo te apetece matar a todo el mundo. 

El primer videojuego en el que tuve que pensar fue el Ocarina of Time. Fue bastante mindblown. Lo jugué ya con veintiséis añazos, ojo. Me lo recomendó mi novio, a pesar de mi escepticismo ante el tema videojueguil. Él sabía que Zelda tiene algo a lo que no me puedo resistir: tiene historia.

Flipé bastante. Los personajes interaccionaban entre ellos. Me sentí como una señora medieval que acabase de aterrizar en el siglo XXI. Cuando me metí en el primer templo y tuve que empezar a devanarme los sesos disfruté como un cochino hozando en el trufal. Pasaban cosas.

Os podéis reír si queréis, pero ese juego reventó el concepto que yo tenía de que las consolas únicamente servían para mata-matas o carreras de coches (en las que soy una negada patológica, pero me lo paso pipa igual). Me sentí un poco cerrada de miras por haber generalizado mi concepto del tema videojueguil, y un poco lerda por haber necesitado que alguien me hiciera ver todo lo que podían dar de sí. Como cuando probé sushi por primera vez, Ocarina of time hizo que me convirtiera. Y bien feliz.

Descubrí después, jugando a otros títulos de Zelda, que para mí es como la pasta: podría vivir a base de pasta. Me encanta la pasta. Macarrones, fusilli, espaguetis. Cambia la forma y la salsa, pero sigue siendo pasta. Y la pasta, fiel a su esencia, siempre exquisita, a veces hasta sorprende. Igual que los niños chicos se ven treinta veces la misma película y la disfrutan igual, así me pasa a mí con esta saga. El marco base es igual pero cambian las chuches y el espíritu de cada juego.

Este último me da la sensación de que ha sido un no hay huevos de proporciones bíblicas. Yo quiero. Y lo quiero YA.

jueves, 16 de junio de 2016

¡Listas! ¡Listas!

¡Hola! Soy una entrada en forma de metalista. Sí, una lista de listas útiles para creamundos y escritores reticulados.

1. La lista de envíos. Esta es muy importante. Sirve para apuntar qué relato/obra se ha enviado a dónde y en qué fecha. Yo tengo una lista con los concursos y otra con las editoriales. Suelo añadir una columna con el plazo de contestación que ponen en la web o cosas como "si en tres meses no sabes de nosotros es que pasamos de tu culo ti". Cuando pasa ese tiempo o me contestan negativamente, les cambio el color pero no los borro para no enviar dos veces lo mismo al mismo sitio.

He dedidido poner fotos de listas para esta lista de listas. ¡Ja!
 Me mondo yo misma con mi ocurrencia (no).


2. La lista de personajes. Ahora que me he vuelto minimalista me vale con un posit, pero en su momento necesitaba folio y medio. Nunca está de más, porque igual te emocionas tanto con la historia de amor que te olvidas de que la abuela existe a medio libro o de cómo se llamaba el cartero. Tu yo del futuro corrector te lo agradecerá.

 Tú imagínate  Rowling aprendiéndose de memoria a todos los alumnos 
y todos los profesores y todos los mortífagos 
y su desayuno favorito. Too much.

3. La lista de proyectos en curso. Te pegas una semana a saco con tu novela casi terminada y de repente... La Nada. Para escapar de la maldición de Michael Ende, conviene tener a mano las "cosas alternativas que tienen que ver con escribir sin tener que escribir-escribir", esto es, la novelas que están finiquitadas pero no corregidas del todo, borradores piando porque hagas algo con ellos... A mí me ayuda bastante a oxigenar el cerebro. Es ese "anda, puedo entretenerme con esto y no sentirme improductiva mientras reflexiono en beta sobre mi atasco".

Siempre hay algún tumor que diseccionar cuando las neuronas te patinan.

4. Las listas específicas. Los reyes de Golonipedonia, los dioses de Fruagrasolandia, los hechizos de la orden de Gurrunosos... Tienden a pertenecer a la guía de estilo de cada obra y conviene tenerlas a la vista, que cuando a uno le da por ponerse creativo con uno mismo tiene más peligro Homer en un buffet libre.

ESTA TÍA sí que sabía hacer listas.
Se llamaba Henrietta Swann Leavitt y se merece que todos sepáis quién era.


5. La lista de dudas frecuentes. Esto como mejor se hace es con un corta-pega, pinta, imprime y colorea con la fundéu. Si busco una duda existenciortográfica y, al leer la respuesta, digo "anda, leches, es verdad, si esto ya lo he tenido que mirar antes y era así" asumo que mi cerebro no va a retener la información más de tres minutos y me lo copio en un documento de texto, lo imprimo, le pongo colorines, una poca de purpurina y al tablón. Ahí, bien a mano. La lista de dudas frecuentes es bastante anárquica, sí.

A veces dudo del nivel de espabile real del personaje,
pero hay que reconocer que le gustan las listas.
Curiosidad tengo por saber si tachará todos los elementos de la misma.

jueves, 9 de junio de 2016

Crónica troll de un tour troll

Me llamo Tretania y soy la becaria de la Asociación Troll por la Difusión Cultural (ATFC). Esta primavera, la ATFC ha estado bastante ocupada con una serie de eventos muy importantes para dar a conocer las peculiaridades de nuestras costumbres y acervo fuera de las Tierras Mágicas. No os podéis imaginar las cosas que hemos visto.

Todo fue idea de nuestro presidente. Juega al dominó en el mismo bar que uno de los duendes más premiados por inspirar cosas en los humanos, a quien convenció para despertar en un escritor la idea de escribir sobre nosotros, los trolls. Debo decir que fue un trabajo magnífico. La humana elegida se levantó un día y escribió el libro de una sentada. El único problema es que los duendes tienen un concepto un poco particular del mundo real y, cuando nuestro presidente le hizo el encargo, dijo: "haz que escriba un libro que lean las personalidades más importantes del mundo real". Según el criterio de los duendes, eso lleva directamente a escribir un libro infantil.

Bueno, ya que teníamos un libro infantil habría que sacar lo mejor de ello. Mandamos al hada que teníamos haciendo las prácticas de Cooperación Interespecial en la asociación a convencer a unos editores que viven en mitad del campo para que sacasen el libro y empezamos a preparar la delegación que vigilaría su expansión. El duende amigo de nuestro presi se coló en los sueños de la ilustradora para asegurarse de que nos sacaba a todos guapos y la verdad es que hizo un buen trabajo.



Primero estuvimos en una ciudad muy grande con muchas palomas (cómo me lo pasé asustándolas) donde venden unos caramelos dignos del mejor obrador troll (adoquines, los llaman; están tan crujientes...). Nuestro presidente se emocionó un poco y, como de joven trabajó en Fotochurro, se entretuvo emborronando algunas fotos. Aprovechamos para mirar puentes y sugerir a los trolls locales algunas calles que cortar. 

Hemos vuelto a este lugar varias veces (e ido a otros) para una cosa llamada "firmas de libros". Hemos podido ver a los niños humanos de cerca y constatar que son los que manejan el cotarro, aunque deben de tener un sistema educativo penoso si con siete años la mayoría no saben lo que es un basilisco o un centauro. Algunos no nos hemos podido aguantar y, por ejemplo, hicimos que se confundieran en la megafonía o en internet con el nombre de la autora. Nos lo hemos pasado pipa.


También hemos tomado nota de las cosas que no nos gustan. Por ejemplo, había adultos que miraban el libro y preguntaban que si era para niñas. Al principio dudábamos de si los niños humanos no tienen ojos para leer y las niñas sí, pero luego consultamos con los expertos en Chorradas Humanas y resulta que como la portada es así como lila rosácea y la gente tiene unas cosas muy incapacitantes llamadas Ideas Preconcebidas o Prejuicios, se lo asocian a las niñas. Qué difícil debe de ser crecer siendo humano, con todo el mundo diciéndote qué tiene que gustarte y qué no dependiendo de factores que no tienen nada que ver con nada. 

Otros adultos miraban el libro y decían: ¡tiene mucha letra! Pues claro, es un libro, no va a tener plátanos. Pero eso no es lo peor, es que lo tenía el niño en las manos todo ilusionado y le decían a él: ¡tiene mucha letra, no te lo puedes leer! Para eso ya tenemos a los trolls de Truncasueños, eso es intrusismo. Nos parece fatal.

La ATFC está muy satisfecha con el resultado de esta campaña. Yo, como becaria, espero que continúe porque así igual me contratan aunque sea a media jornada y puedo empezar a trollcotizar en condiciones. Os dejo con el vídeo corporativo para que vayáis aprendiendo lo que es un basilisco.


jueves, 26 de mayo de 2016

Curiosidades sobre "La Suerte del Dios Hambriento"


Estas primeras cosicas son para despertar el gusanillo en vosotros, hijos míos. Para que digáis "ostras, me la ha vendido" o "esto tengo que leerlo por huevos" o "¿Lo qué? Echémosle un ojo".

Queridos hermanos, con todos vosotros, unas pocas curiosidades sobre La Suerte del Dios Hambriento.

CURIOSIDADES VARIAS SIN PELIGRO DE SPOILER


El origen. La historia nació como un "no hay huevos". Igual que a la oligofrénica persona que inventó los cruasanes con jamón y queso o el paté con mermelada, un día dije "anda, imagínate que a alguien le diera por hacer un crossover entre el diálogo platónico y, yo que sé, una partida de D&D". Algo dentro de mí dijo "no hay huevos". Y ya que iba a hacer una tortilla, era momento de darle la vuelta también.

 Hablad conmigo. Bueno, con Sócrates, pero soy yo quien dice las cosas. O algo.


Trevia. Por aquello de la conciliación laboral y demás, y de tener los ovarios como icosaedros fractales, me pareció muy adecuado poner en uno de los papeles protagonistas a una madre soltera mercenaria que se va a matar malos con su niño de diez meses a la espalda. Un bebé al que hay que alimentar, proteger, cambiar los pañales y curar los cólicos. 

Esta soy yo siendo pequeña, entrañable y sin padres mercenarios.


Religión. La Enéada salió así porque ya que estaba con temas platónicos y a Plotino lo tengo atravesado, me parecía divertido utilizar el nombre de "Enéada" para el panteón principal de la historia. Me puse bastante mística, como si estuviera escribiendo un poema metafórico en vez de un génesis, pero quedó bien bonico. Cuando uno se pone a crear religiones suelen salir demasiado redondas. Muy coherentes. La realidad suele ser distinta y haber siete millones de sincretismos, dioses que no tienen nada que ver entre sí (el de los tomates, el de las patatas, el de las cerezas y el de la comic sans, por ejemplo) encajando con calzador en el mismo panteón. Quise reflejar todo eso. Qué queréis que os diga, en ese aspecto ha quedado redondico.

Guiños. No podía ser un crossover con una partida de D&D sin dados. En el Templo Umbrío hay un dado de veinte caras que te dirá tu destino si lo lanzas. 

Ya que hablamos de dados, si queréis derretiros vivos de ternura 
echadle un ojo a estas esculturas.


Idioma. El dialecto del Thrais viene directamente del manchego. Que lo sepáis.


A partir de aquí puede haber cosas que os estropeen ciertas sorpresas. No digáis que no os he avisado. Voy a poner un bicho entrañable para que los despistados no se tragen los spoilers como juanolas. Insisto: no sigáis leyendo si no queréis spoilers. ¿Ya? ¿Quedamos sólo los que hemos llegado al final? Pues hala.

 Las marmotas son lo mejor.


CURIOSIDADES CON SPOILER

1. De Trevia a la Tejedora, pasando por el Paladín y la sacerdotisa, los personajes cargan con cosas que les hacen comportarse como se comportan. Cada uno se enfrenta a "lo suyo" como puede. Ese mondongo mental que hace de la Tejedora un personaje interesante es precisamente el narcisismo de libro, donde lo importante es la imagen que proyecta, el que nadie se dé cuenta de sus errores. A Trevia se le da bien guardar debajo de la alfombra aquello en lo que no quiere pensar. El Paladín... Pobrecico, lo de tener que desarrollar un criterio propio le viene grande. La sacerdotisa es un despojillo humano con un papel de servidumbre silente muy asumido, hasta que algo le rompe el pensamiento lateral. Vamos, que cada uno tiene lo suyo.

2. El Dios del Silencio viene, tangencialmente, para representar las relaciones tóxicas (entre otras cosas). El amor no es silencio, hijos míos. Un dios al que, si le piedes presencia, te regala más ausencia y encima es culpa tuya que no te haga ni caso por haberle suplicado lo mínimo se merece un tempo vacío. He dicho.

3. El Paladín me cae mal. No sé si se nota. La historia exigía un saco de boxeo y no me pensé mucho quién tenía que ser.

4. Que el bardo/mago sea un multiclase es marca de la casa. En El Tiempo de Viridia ya me despaché bien despachada con la música como forma principal de magia, y aquí me apetecía meterlo también. Ese momento glorioso de "Es que soy mago" y su equivalente con "Es que soy bardo" me dan especial gustete. Y sí, es el Mago Azul. A este hilo, no puedo dejar de señalar que el diálogo en el Templo Umbrío sobre el códice, la notación, que si esto es un fiu medio o un silencio de latos y la normalización de la notación fue un gustazo de escribir. Son esas cosas las que dan chicha a un mundo, que lo sepáis.

5. A este hilo, la nana de Rado y Vora es, efectivamente, un hechizo. Cuando la única esperanza que tienes de que a tus hijos no se los lleve el Dios Hambriento es que se duerman y sueñen, porque atraídos por sus sueños vendrán los dioses, protegiendo a las criaturas de que se las merienden, el insomnio infantil cobra una nueva y terrorífica dimensión. Imagínate que eres una madre acojonada intentando cantársela a tu niño para que se duerma, tratando de disimular el miedo. Pues eso.



lunes, 23 de mayo de 2016

Cuatro cosas que hago al escribir


Igual que la entrada del otro día venía para que supiera la afición qué NO iba a encontrar en mis escritos, esta vale para dar un aperitivo de lo que sí pueden esperar.

1. Ponerle padres a los protagonistas y que estén vivos. Saya tiene madre, Floria tiene toda la parentela ahí dando por saco y creando conflicto desde la primera página... La tendencia en la fantasía épica al heroelegido huérfano me tenía cansadica ya cuando empecé a escribir, así que tiendo a fabular sobre qué pasa cuando tienes lazos con tu familia y te importan y esas cosas.

Me pregunto, por cierto, qué pensaría Rousseau de Harry Potter,
 "en habiéndose" criado el pobre en el maltrato físico y psicológico hasta los once años, malviviendo bajo las escaleras.

2. Inventarme un mundo. Creo que esto no necesita explicación. Hasta la fecha sólo he escrito una novelita realista (por razones muy concretas, y que no ha visto la luz) y media (esta sólo vale a medias, que lleva fantasmas). Parte de la diversión es inventarte las reglas y ver qué pasa cuando las sigues.

3. Meter magia a carretillas. Y música. La fantasía épica se presta, vale. Pero hay también una cierta tendencia a que sea una cosa medio secreta o medio en decadencia o echada a perder, y a mí me gusta que esté presente, a ser posible, desde las primeras páginas, no esperarte al final del primer libro para meter a los dragones. Y, como hice explayándome en El Tiempo de Viridia, que tenga algo mucho todo que ver con la música. 

Booktrailer de El Tiempo de Viridia.
Magia, música y conflictos postergados explotando en sus narices. 

4. Meter comida. En La suerte del dios hambriento (pun intended) hay gente comiendo desde la primera página. Bebés chupando limones, bebés siendo amamantados, moras recolectadas, banquetes chungos... En El Tiempo de Viridia, menos, pero tiene mucha importancia también (el momento "le gusta el jamón" es de mis preferidos). En Tronnia... Bueno, no me he dedicado a subir a facebó fotos de flan de babosa por deporte.


Qué se come y cuándo, cómo se articula la existencia en torno a una necesidad básica, me fascina. Es un pilar que a menudo se olvida o deja en segundo plano cuando se procede a crear un mundo, y es una pena.  

Pues esto es lo que puedo garantizar. Lo demás depende de la historia. Si os ha picado la babosa el gusanillo, ya sabéis. Sacadme de pobre, anda.

jueves, 19 de mayo de 2016

5 cosas que me la traen al fresco cuando escribo


Esto viene un poco para que sepáis qué NO os vais a encontrar en mis libros si os da por leerlos.

1. Las batallas con escuadrones y cosas. Cuando te da por la fantasía épica es normal que acabes enfrentando a dos ejércitos (o más) para decidir el destino del mundo o algo. Igual que al leer recorro en diagonal los párrafos que hablan del avance de la caballería por tal flanco o cómo los lanceros sorprendieron a los ballesteros en tal vaguada, tiendo a pasar un kilo y medio de describir y analizar batallas. Básicamente, porque no me interesa. No soy Julio César hablando de pollos guapos. Me aburro. Sep. No voy a pedir perdón por ello.

Esto es lo que veo cada vez que leo una batalla.

Esto tiene que ver, fundamentalmente, porque entre mis objetivos no están ni demostrar lo puesta que estoy en Warhammer ni cuántos libros de Osprey me he metido entre pecho y espalda. Tampoco me interesa hablar de por qué Zutano es mejor general que Mengano, en cuyo caso necesitaría empaparme del tema para darle autoridad racional a la cosa. Las batallacas de El Tiempo de Viridia se libraban con coros y canticios y creo que sólo hay una escaramuza forestal descrita con detalle. Como suelo huir de la omniscencia al escribir, además, los enfrentamientos suelen ir desde el punto de vista de un solo personaje que, sorpresa, no puede ver todo lo que está pasando a la vez, y puede malinterpretar lo que pasa, por ejemplo.
Con esto no quiero decir que escribir sobre batallas sea de pobres. Quiero decir que para lo que quiero contar me sobran.

2. El refocilamiento. Pasa igual que con las batallas. Lo importante para mí no es quién tiene la mando dónde, sino el hecho de que el refocilamiento se produzca o no, y las consecuencias que tenga. Me pasa lo mismo que con dónde están los ballesteros: no tiene importancia para la historia que estoy contando. Por cierto, en El Tiempo de Viridia hay un burdel y una generación entera de súcubos y ni una escena explícita de sexo. Me gusta vivir al límite.
Como con las batallas, me aburre soberanamente leer sobre el tema, así que no escribo sobre ello.

3. La continuidad diaria. Lo llamo, dentro de mi cabeza, el síndrome de Frodo y Sam, o la Maldición de Proust. Pasan los párrafos y no pasa nada. Caminan y ven piedrecitas. O contemplan magdalenas. Y sigue sin pasar nada. Nada en absoluto.

 Spoiler: doscientas páginas más tarde todo sigue igual.

Transmitir el hastío a base de hastío no va conmigo. Tiendo a saltar a los momentos en los que pasa algo. Me doy cabezazos contra el gotelé cuando descubro que he escrito tres páginas de qué bonito es el bosque, oiga. Una vez más, no digo que matar de aburrimiento al lector transmitir el hastío así sea malo, sólo que no me vale para lo que quiero contar.

4. Hacerle la vesícula un lío al lector con la continuidad temporal. Pertenezco a esa generación que tuvo que leerse La verdad sobre el caso Savolta para Selectividad y no quiero despertar en nadie las ansias homicidas que yo sentí leyendo esa cosa ese libro. Los flashbacks son flashbacks y se nota que son flashbacks, de nada. Y mira que he terminado una novela sobre un bosque donde el tiempo funciona raro, pero insisto en que los experimentos estos vanguardistas a mí me descabalan el feng-shui.

5. Por dónde se le salen las entrañas a la gente. Esto, que es más viejo que las legañas (ya lo hacía Homero, el tío gore) y que ahora está bastante de moda, también tiende a sobrarme. A no ser que tenga un personaje enfrentándose con la violencia por primera vez, y en ese caso suelo centrarme en sus impresiones, y dado que no escribo sobre médicos forenses la descripción de heridas y demás suele ir en la línea de "ottia, cuánta sangre, espérate que poto". También podría hacerme falta si me da por escribir sobre verdugos a los que les encante su trabajo, pero creo que no va a caer esa breva. 

 Tranquilos, que ya vierto yo toda la sangre que la moza esta se guarda.