lunes, 13 de mayo de 2024

De niños, impotencia y terror de andar por casa

 Cuando estaba en tercero de EGB empezaron a echar Celia por la tele. Tuve un libro de Celia (no sé si antes o después de la serie) que tardé en leer, sobre todo porque un fragmento de uno de ellos estaba en el libro de lengua de tercero con sus "ejercicios de lectura", una cosa horrible que espero que ya no se haga en estos tiempos modernos.

La lectura iba a del osito de Celia, que se llamaba Teddy y lo tenía ya de antes de nacer. No me acuerdo de mucho más, pero sí de las preguntas: "¿Cómo se llama el oso de Celia? ¿Desde cuándo lo tiene?" que había que copiar y contestar también por escrito en el cuaderno. En boli BIC azul. Aquellos ejercicios de "animación a la lectura" me habrían hecho odiarla si no hubiera venido lectora de casa

Vimos la serie. La niña me parecía una pesadilla, a mis ocho años: una de esas personas que no sabes si es mala, tonta, egoísta o todo lo anterior. Ni podía identificarme con ella ni empatizar. Tenía sus momentos de hacer cosas buenas casi de pura chiripa, pero no recuerdo a ningún adulto salvo una señora mayor que contratan para cuidarla dedicándole tiempo a la niña y escuchándola y, no sé, explicándole un poco las cosas. Como que la imaginación está muy bien, pero pensarte un poco las consecuencias de tus actos está todavía mejor.


A mí personalmente me alegraba de no tener que ser su amiga. Supongo que sus padres tampoco la aguantaban, porque la acababan mandando a un internado y apartándola de Cuchifritín, el hermanito pequeño, al que quiere con locura. Vale que no la aguantaba, pero aquello me pareció de una crueldad infinita. Como echarla de la familia. Una forma de decirle sin palabras "no te queremos". Ahora, con el tiempo, lo veo más bien como un "no tenemos ganas de pensar y esforzarnos en criarte", que viene a ser un sabor distinto de lo mismo.

Había un capítulo en el que la señora que la cuidaba a verla al internado el día de fin de curso con los padres. Celia está tan ilusionada porque llega el verano y toca irse de vacaciones a Santander, y la señora esta (¿Doña Fermina? ¿Doña Bernardina? DOÑA BENITA) le dice que no se la llevan de vacaciones, que los padres se van a vivir al extranjero y se llevan a Cuchifritín. Y no tienen huevos de decirle nada a la niña, los muy desgraciados. La situación ficticia no sólo me partió el corazón: me aterrorizó la sensación de impotencia. ¿Qué iba a hacer Celia, aparte de agarrarse el berrinche del siglo? ¿Qué poder tiene una niña cuando hacen y deshacen con su vida, cuando la apartan de sus seres queridos, cuando existir se convierte simplemente en motivo de castigo?

¿Qué hay peor que que tus padres no te quieran y no quieran estar contigo?

No sé quién me vendió los libros de Celia como "muy divertidos, de una niña que hace travesuras". ¿Perdona? Son terror. Terror puro. Una advertencia a lo que pasa cuando no eres una niña dócil: dejan de quererte, te echan de la familia, te arrebatan la relación con tu hermano, y la única que tiene cojones de decírtelo a la cara es doña Benita.

Luego viene su tío y la saca de ahí y se la lleva a "ver mundo" y empieza un poco el tropo de found family con Basílides y Maimón y su amiga francesa que no me acuerdo del nombre (¿Paulette?), pero no deja de ser un duelo porque la han echado de su familia. No sé si hay algo más terrorífico. Ah, sí, espera: que se te muera la madre, que te conviertas en madre de facto y que te estalle la guerra en los morros.

Elena Fortún, escritora de terror.

Todo esto es una introducción para hablar del miedo. Los asesinos en serie y los cosos sobrenaturales te pueden matar, vale, pero hay cosas peores que la muerte. La historia de Celia es terrorífica, sobre todo por el tono general de cosa ligera y divertida cuando va de unos padres que no quieren a su hija y que en cuanto tienen un varón se la quitan de en medio y que, además, probablemente se estén mintiendo a sí mismos para no tener que mirarse al espejo y ver los monstruos que son. Y no hay locos a los que les gusta despellejar gente: es terror de andar por casa. Gente normal. Cosas que te pueden pasar a ti.

La historia de Celia es una historia de penurias, una detrás de otra, en las que la libertad de elección brilla por su ausencia. Unos libros muy divertidos mis gónadas.