No sabía yo que este señor existía y que había escrito unas cuentas novelas.
Soy una señora mayor. Que me sorprendan las lecturas es muy difícil. Que me despierten el sentido de la maravilla, todavía más. Que me dejen un vacío al terminar de leerlas es casi imposible.
Que me proporcionen una experiencia lectora totalmente diferente, a estas alturas de la vida, no tiene precio.
Y ya viniendo en forma de regalo, ni te cuento.
Me han gustado libros. Hay libros que me han cambiado la vida. He dejado libros a las cincuenta páginas. He releído libros. Le he cogido cariño a personajes. He odiado personajes. Me he querido mudar a sitios que no existen. He celebrado las victorias y derrotas de personajes. Me he cabreado con finales. Nunca antes me había importado tanto el destino de personajes con los que no he establecido ninguna conexión que pudiera identificar.
A ver si consigo explicarme con El libro del sol nuevo.
Una ciudad. Una sociedad encabezada por un tal Autarca. Un niño al que están criando para ser torturador. El narrador es ese niño, desde algún punto del futuro, como si estuviera escribiendo sus memorias. Resulta que tiene memoria perfecta, así que vamos a creernos que se acuerda perfectamente de todo lo que va contando. Además, hay una capa extra en forma de "notas del traductor" que da a entender que hay una mano más que ha intervenido en el texto.
Al ser la voz narrativa de señor mayor contando su vida, va aderezando todo con reflexiones que van siendo guantazos al alma con la mano abierta. Empecé señalándolos, pero iba a acabar teniendo que poner marcas en medio libro, así que paré a las cien páginas o así.
Te va contando su vida dando por sentadas cosas que el lector no tiene por qué saber, como que la luna es verde (because of reasons), y las pinceladas de por qué el mundo es como es van cayendo con cuentagotas al hilo de otras cosas. Se atisba una especie de magia extraña, que por supuesto no se explica, y que bien podría ser simplemente una tecnología lo suficientemente avanzada.
En este libro, no sé dónde estoy y me importa moderadamente. ¿Esto es otro mundo? ¿El futuro? Si esto es el futuro... ¿qué cojones? No sé si estoy ante una historia de "niño crece y la vida le da en los hocicos". No entiendo al protagonista, y mira que es coherente consigo mismo. Las relaciones interpersonales entre los personajes son raras, ajenas; me resulta imposible buscar un resquicio con el que pueda conectar a nivel emocional con el personaje, espero durante toda la historia encontrar algún tipo de anclaje que nunca llega, y la explicación que encuentro para que al final no llegue no sé si responde a intenciones del autor o a mí.
El viaje resultante es nuevo, raro, terrible, imposible de abandonar. Hay secundarios que me importan más que el protagonista y las relaciones que establecen entre ellos me resultan más imposibles de aprehender que la geometría no euclidiana de Lovecraft. ¿Es esto confianza? ¿Amor? ¿Repugnancia? ¿Odio? No entiendo, no veo, no soy capaz de inferir lo que siente el protagonista ni cuando lo verbaliza, porque sus acciones no apoyan de forma identificable lo que dice, así que no sé si se está engañando a sí mismo o no. Todavía no sé si el autor quería presentar una criatura que resultase alienígena al humano de a pie, pero me agarro a eso por cosas de la trama.
La trama. Qué pasa en realidad con Vodalus y el Autarca. Quiénes son los buenos. De qué lado está en realidad el protagonista. Qué pasa con el mundo. Es como una escalera de cuerda de interrogantes de la que es imposible escapar y en la que en cada maroma se tranzan situaciones y conceptos inesperados, raros, que no me había encontrado antes, que me maravillan y repugnan, que me rompen el alma, que me provocan sensaciones nuevas en la literatura. Esto no tiene precio. Esto no me pasaba desde Anales de la Costa Occidental.
El mundo, lo suficientemente familiar como para que las implicaciones de todo lo ajeno que hay en él te calen hasta los huesos, no deja de dar sorpresas, de proporcionar escenarios y criaturas que parecen competir entre ellas a ver cuál te estruja más el alma.
Y lo peor de todo es que es plausible: los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla.
Puedo decir sin dudarlo que ha sido la mejor lectura del año. Qué viaje. Qué pena no poder volver a leerlo de nuevo por primera vez.