domingo, 18 de octubre de 2020

De antagonistas, villanos y gente

Cuando te pones a escribir historias con antagonistas se abre ante ti el fantabuloso mundo de la creación de los enemigos. Al meterte en temas de personaje VS personaje hay que andar con cien ojos para no caer en el maniqueísmo y que los buenos sean muy buenos y los malos sean muy malos. La fantasía épica está plagada de señores del mal que son malos porque el mundo los ha hecho así y a los que les apetece es ver el mundo arder porque sí.


Kami fue un bálsamo al ir por delante con la premisa de que iba a ser una historia sin malos. El conflicto se trasladó al entorno: la muerte, la enfermedad, las leyes de la física... Fue mucho más fácil de escribir que otras historias.

Me cuesta especialmente encontrar motivos para los villanos para ser lo cenutrio que hay que ser para ser un villano. Empatizar con megalómanos ansiosos de poder me cuesta bastante, aunque alguno ha habido. Acabo siempre con el mismo tipo de conflicto: dos niños bandos quieren el mismo juguete objetivo a la vez, con diferentes matices. Al final, el antagonista con el que me siento más cómoda es aquel que es medio villano medio entorno: la criatura que precisa de la extinción o sufrimiento de los protagonistas para seguir existiendo. Donuts contra Homer. Matar o morir.

Sin embargo, de un tiempo a esta parte se me han ido colando los antagonistas secundarios, los villanos del día a día, supongo que porque estoy ya vieja y cabreada y todo lo que me parece exasperante acaba saliendo por alguna parte. Se me cuela la gente que tiene que tener siempre razón y quedar por encima. Se me plagan las historias de incompetentes que se creen la repanocha con patatas porque no les da la neurona para ver lo mostrencos que son. Aparece de repente la peña que vive en un mundo de yupi imaginario en el que son seres de luz cuando en realidad son talegas de autoengaño que ahogan a todo el que tienen alrededor. Y mis protagonistas, que son capaces de bregar con movidas cósmicas chugas y horrores tremendos, las pasan canutas con esta panda de... gente.

El terror de lo cotidiano es un tema recurrente en la literatura, sí. ¿Quién no siente un poco de angustia ante la perspectiva de verse dentro de la casa de Bernarda Alba? Recuerdo un libro ¿infantil? que pretendía ser ligero, pero incluía un episodio en el que inculpaban al protagonista y nadie le creía cuando decía que no había sido él y que todavía me cierra la garganta cuando lo recuerdo.

Erya del Thrais y su paz artificial, Lan Vathos y su autoridad cruel, las normas intransigentes de Tronnia, la marmota imbécil de Londerra... Nivia, la gente de la tundra. Quizá los antagonistas más angustiosos sean esos en los que nos podemos convertir si no mantenemos nuestra oscuridad a raya. Ese ha sido el protagonista más terrible de escribir: el que tiene al monstruo dentro y tiene que vivir con las consecuencias de sus actos.

Este ultimo tipo de antagonista es fascinante de lo real que es. Es ese que tiene la gestión emocional en la punta del píloro y no sabe actuar con madurez, viniendo todo conflicto de sus rabietas de niño de dos años de me enfado y no respiro y la lío parda porque quiero vengarme. La Maléfica de la peli de dibujos, por ejemplo, que se cabrea como un mono porque no la invitan a una fiesta, es un ejemplo perfecto. El malo de Los Increíbles, que no sabe gestionar el rechazo. Estos son los chungos, los que se te cuelan en casa en navidades o te plantan en un grupo de trabajo y si se rebotan porque su idea se rechaza son capaces de cargarse el trabajo de todos por despecho puro.

¿Cuántas historias avanzan porque los implicados son unos cenutrios? ¿Qué habría pasado con Christine si el fantasma hubiera sido un niño querido por sus padres y aceptado por sus contemporáneos? ¿O con Blancanieves, si su madrastra hubiera mantenido a raya su egoísmo? ¿Cuántas páginas habría tenido Madame Bovary si le hubieran puesto un buen psicólogo a todo el elenco? ¿Cuántas "novelas románticas" no se darían si los implicados se comunicasen de forma decente?

¿Cuántos villanos son sólo gente sin herramientas para ser mejores personas?

domingo, 11 de octubre de 2020

De gordas, ficción y derecho a ser amadas

 Me tenéis contenta.

Me tenéis hasta las gónadas.

Voy a entrar en modo friki "Tom Bombadil no sale en la película".


Esta es una queja en forma de entrada sobre la desaparición sistemática de las señoras que en los libros de fantasía y ciencia ficción son descritas como grandes y rotundas una vez se adapta su historia a la gran pantalla.


1. He visto el tráiler de The Watch y Lady Sybill es una tía buena.



Como fanfic con presupuesto desde luego es un logro.

Colega. A ver. A parte de que el tráiler deja claro que esa cosa que han hecho es una versión, no una adaptación, y tiene pinta de que, como versión, va a ser un fanfic flojillo, me tomo el cambio de tipo de cuerpo de Lady Sybil como un ultraje personal. Al ver la miniatura pensé que era Angua, o Zanahoria, o yo qué sé, alguien de los que se describen como dentro de los cánones occidentales de finales del XX y principios del XXI. Pero hay un momento del tráiler en que se le cae la peluca y SHIT. Por lo menos la han dejado calva, pero aun así: SHIT.


2. Adaptación VS Versión VS Inspiración.

A ver. Cuando coges un libro y lo adaptas a otro medio, es de suponer que vas a:

a) Contar la misma historia

b) Mantener el subtexto en la medida de lo posible

c) Respetar el núcleo de la narración, es decir, aquello sobre lo que el autor quería hablar en el libro

LOTR es una adaptación fallida porque sólo acierta, respecto al punto c), a hablar de heroísmo. Todo el tono elegíaco lo pierde, cargándose la importancia de que la Última Alianza fuese la última sacándose una extra de la manga, por ejemplo. The Watch parece una parodia chunga que va a ignorar por completo temas como que las personas son personas vengan en el envoltorio en que vengan, y que pueden ser amadas, ya sean enanos, trasgos o GORDAS.

Nosotros no estamos sometidos al núcleo melancólico que impregnaba la obra de Tolkien. Somos siervos de Peter Jackson y podemos contradecir al original cuando queramos, por ejemplo ahora apareciendo donde no nos esperan y muriendo como conejos en una batalla donde viejos con espadas del todo a cien sobreviven a pesar de nuestro entrenamiento milenario.

Si coges la ambientación, los personajes y la historia y lo cuentas como te salga del níspero, enhorabuena, tienes una versión, y está bien que tengas claro que es una versión. Si coges lo anteriormente mencionado y le cambias algunas cosillas porque te mola que caperucita y el lobo tengan un grupo de jazz o que Heidi y Pedro acaben bailando sevillanas en un tablao, enhorabuena, tienes la imaginación justa pa pasar el día miedo de contar tu propia historia y por eso destrozas las de otros ganas de hacer un retelling pero no entiendes en qué consiste un retelling una cosa inspirada en cosas de otra gente. 


3. Pero qué os pasa con las gordas, de verdad

Voy a tener que contenerme si no quiero que esta entrada se alargue hasta el infinito. ¿Dónde están las gordas en la fantasía y en la ciencia-ficción? Yo diría más: ¿dónde están las gordas como interés amoroso en la fantasía y en la ciencia ficción? En muy pocos sitios. Dos de ellos son Ready Player One y Mundodisco. Y, además, para ponerle la guinda al pastel, en ambos casos la trama de las gordas no gira en torno a que son gordas. 

Son personajes que resulta que son, en un caso, un prodigio de amabilidad y hacer las cosas cuando y como toca y, en el otro, un prodigio de inteligencia, actitud y hacer lo que está bien... que resulta que están gordas. Y sí, que sean gordas es bastante irrelevante para la historia, pero ahí está la magia: su historia no va de que son gordas.

Lo opongo, por ejemplo, al caso de Agnes, porque algo de su trama necesita que esté gorda para desarrollarse, porque habla de aceptación y demás. Si embargo, ni las tramas de Sybil ni de Art3mis tienen que ver con que estén gordas, y eso es maravilloso. Fantabuloso. Las gordas teniendo derecho a existir, a ser intereses amorosos, protagonistas duras, sin que su cuerpo tenga peso más allá de ser rubia o tener los ojos verdes.

Que no es que la gente que escribe fantasía y ciencia ficción tenga que meter gordas en sus obras si no le va. El tema aquí es sacarlas de las obras en las que estaban, que ya tiene delito.


4. Primer caso: Art3mis.

Yo sé que estáis muy cansados de que vengan los frikis a quejarse de que Legolas era moreno, pero me da igual.

Art3mis es descrita como "rubenesque". Y es importante, porque su avatar también es "rubenesque". No intenta encajar ni complacer. Es más: sus problemas de inseguridad vienen de una marca de nacimiento, no de su cuerpo, lo cual me parece glorioso. Y el lelo del protagonista se pasa todo el santo libro colgadísimo de ella y de su avatar rubenesco y luego son felices y comen perdices ecológicas criadas con humanidad. 

Y van y eligen para la peli a una moza estándar.

Guapa no sé, que eso es mu personal, pero rubenesca ya te digo yo que no


Se habla mucho de representación en otros ámbitos. La adaptación cinematográfica le roba al público que cada verano mira al bikini y los pantalones cortos con terror la posibilidad de verse reflejado en una protagonista inteligente, perspicaz, divertida, eficiente, valiente y de la que además se cuelga el protagonista. Sí, bueno, que las gordas sueñen leyendo el libro, si ponemos una en la pantalla esta peli no va a vender. No va a ser creíble que el protagonista se cuelgue de una gorda, ¿verdad? Nah, mejor sigamos perpetuando el estereotipo.

Ready Player One es importante porque rompe una lanza en este aspecto. Supongo que es una lanza que no vende lo suficiente en pantalla.


5. Segundo caso: Lady Sybil.

Wagneriana. Esta mujer es enorme. Grande. Muy grande. Tremenda de grande. La clase de tía que te imaginas llevándote al Valhalla. Una tía con eslora. Además, es el interés romántico del protagonista y se acaban casando y teniendo un bebé y su marido la adora y atesora y muchas cosas.

Y es maravilloso. Sobre todo, porque al principio del libro aparece caracterizada ligeramente como una loca de los gatos dragones. Es amable y dulce y comprensiva y no juzga y es un amor de persona. Una gorda con una vida que es feliz y cuya talla no es un problema ni un tema más relevante que el color de su bata. Sus problemas vienen de que su marido es adicto al trabajo y hay gente mala por ahí intentando hacer daño a la gente. Fin.

En ese tráiler que ha dado origen a esta entrada, vemos a una Lady Sybil que tiene de wagneriana lo que Morgoth de monja.

Señoras wagnerianas en la imagen: cero. Nótese que llevar hachas no te cataloga automáticamente como valkiria.

¿Qué os pasa? Veo un troll y una licántropa, pero parece ser que las gordas como interés amoroso son criaturas demasiado sobrenaturales incluso para una versión de una historia de fantasía.


6. Release the kraken.

Al contrario de lo que mucha gente cree, un amplio porcentaje de los TCA no empiezan con un "quiero estar delgada". Empiezan por un "necesito tener el control sobre algo" (sobre todo, los restrictivos) y por un "dónde está mi derecho a ser amada, igual lo consigo a través de mi apariencia", que a su vez viene de padres y entorno con altas expectativas y aprendizajes dañinos en general. ¿Sabéis lo que pasa, mortales, cuando tienes un ligero sobrepeso y bajas un poco?

OH QUÉ GUAPA ESTÁS

Que viene a ser droga dura cuando ansías la aceptación de tus semejantes. ¡Has hecho algo bien! ¡Albricias! ¡DADME MÁS! Y, como cualquier droga, una vez empiezas a pasarte ya pierdes el norte y acabas en una espiral de odio y autodestrucción de la que no hay forma de salir sin ayuda profesional y, en muchos casos, cambiar de familia.

No es que los medios de comunicación tengan toda la culpa del mundo de que la gente se odie y sienta que da asco y que debe cambiar para gustar y poder sentir un poquito de aprobación de sus semejantes, pero coadyuvan. Y mucho. Y tragarte toda tu santa vida intereses románticos femeninos que gastan como mucho una 38 no ayuda a que contemples la posibilidad de que con una 44 te vaya a mirar alguien con ojos golositos, y menos si tienes un entorno de mierda. Cuando hay un oasis, un lugar a salvo donde las gordas aparecen siendo amadas y deseadas... Venir a echarle lava hirviendo al adaptarlo en pantalla es confirmar tus sospechas: no, nadie quiere ver tus michelines. Escóndete. Das más miedo que un troll.


7. Recogiendo los bártulos.

Sienta muy mal lo de sentirse inadecuado y aunque sería maravilloso que todos tuviéramos la fortaleza mental para que nos diera igual todo, incluso nuestro entorno sociocultural, al final nos construimos basándonos en lo que nos rodea. Si nos rodean mensajes de mierda y aprendizajes de mierda, hay un chorroporciento de posibilidades de que acabemos sintiéndonos como una mierda. Estaría bien que disminuyesen, por lo menos, los mensajes de mierda, en la medida de lo posible. En estos dos casos, con Art3mis y Sybil, se ha perdido la oportunidad de acabar con un mensaje de mierda, y es bastante triste.


Que no se pierda el legado de Lady Sybil Ramkin.