Los peces eran grandes y negros. Había uno más pequeño, naranja con
manchas blanquecinas. La fuente era vieja, de piedra, y sus paredes
interiores se hallaban cubiertas de verdín. Un envoltorio de piruleta
flotaba en la superficie del agua. Los peces nadaban lentamente y yo no
tenía doce años.
Mi prima apenas tendría uno y medio. Acababa de
aprender a andar y los peces le gustaban. Alguien tenía que quedarse con
nosotras mientras los demás, los que ya habían cumplido doce años,
estaban donde los menores de esa edad no debían. O no podían. La norma
era estricta, o eso me lo parecía a mí. Estricta, dolorosa e hiriente.
Era primavera. Mayo. Hacía calor. Yo no tenía doce años y quería
tenerlos. Necesitaba tenerlos. Algo -las miradas ajenas, los tonos de
voz, los gestos -presagiaba que no tendría otra oportunidad para
necesitar tener doce años. El tiempo para que tener esa edad fuera útil
se agotaba.
-¿No puedo ir yo también?
-No.
-¿Y si se lo explicamos?
-Es que no es un sitio para niños.
No era un sitio para nadie, en realidad. Así que miraba los peces, le ponía caras a mi prima para que se riese, deseaba tener doce años y esperaba.
Murió con el mes, cuando rayaba junio. No me había dado tiempo a tener doce años y derecho a cruzar la puerta, subir las escaleras y despedirme. Ya no importaba. Podía seguir teniendo ocho. Podía sentir perfectamente la pérdida con ocho años. No había normas estrictas que me impidiesen llorar.
-¿No puedo ir yo también?
-No.
-¿Y si se lo explicamos?
-Es que no es un sitio para niños.
No era un sitio para nadie, en realidad. Así que miraba los peces, le ponía caras a mi prima para que se riese, deseaba tener doce años y esperaba.
Murió con el mes, cuando rayaba junio. No me había dado tiempo a tener doce años y derecho a cruzar la puerta, subir las escaleras y despedirme. Ya no importaba. Podía seguir teniendo ocho. Podía sentir perfectamente la pérdida con ocho años. No había normas estrictas que me impidiesen llorar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Escribe sólo si tus palabras honran el silencio.