domingo, 8 de mayo de 2016

De trolls, sugus y Schopenhauer


Vengo a hablar hoy de presentaciones de libros y lo que surja.

El sábado estuve en la Biblioteca de Castilla-La Mancha presentando La noche que Tronnia cambió su mundo. Igual que en Zaragoza, mi intención era más bien traer el libro a la vida que hablar de la metáfora, la doble lectura y todas esas cosas que probablemente te resulten un truñón supino cuando tienes ocho años.

 Aquí, discutiendo con mi público sobre Schopenhauer.


No sé si valen para vender libros. Para hacer el cabra y saltarse las normas desde luego que sí. Recuerdo un tiempo en que leer y jugar se solapaban. Muchas veces al adulto se le pasa eso y entra en una espiral de solemnidad lectora que no concibo personalmente ni siquiera con tochardos académicos. Ayer jugamos. Trajimos a la vida la Danza Descoordinada anual, descoordinándonos todos a la perfección. El concurso de Aullidos Ancestrales estuvo muy reñido, pero finalmente los Cuculandrejos Reticulados se alzaron con la victoria (y se llevaron unos cuantos sugus troll extra). Mi varita mágica del Duenderoski no cogía muy bien la wifi, pero los hechizos parece ser que salieron bien. 

 Los sugus troll supervivientes.

Igual es la deformación profesional de los años que me pasé de monitora de campamento, pero en el tema de "animación a la lectura" creo que prima la "animación". Las lecturas obligatorias suelen ser la muerte a pellizcos. Todo lo que tengas que hacer por obligación impuesta desde el exterior suele convertirse en una tortura mereenina. A este respecto, me quedé muy contenta en la firma de la tarde: los padres/tutores/personas que ponían la pasta dejaban, en general, elegir a los niños qué querían llevarse. Los críos lo tienen claro. 

 Mi cerro de libros.

En otro orden de cosas, ya que estaba en la biblioteca aproveché para llevarme un cerrillo de libros. Cómo molan las bibliotecas. Igual es una inversión a plazo larguísimo, pero creo que si contribuyo a que a los cachorros humanos les molen los libros y se sientan autónomos y libres eligiendo sus lecturas, evolucionarán en seres humanos competentes y a alguno de ellos le dará por comprar mis títulos y sacarme de pobre. Otra cosa no, pero paciencia no me falta. 

Por ahora, me quedo con sus caritas de ilusión de ayer. Y con la purpurina que voy a estar encontrándome en la ropa, la mochila y el pelo durante unos cuantos días más.

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