Este es un compendio de cosas sobre escritura que aprendí a las bravas. Es el equivalente a "no escojas una cazuela pequeña si pretendes hacer pasta para tres millones de personas". A estas alturas, siendo ya una señora mayor y habiéndome comido todas las revisiones que me he comido, me parecen obvias; sin embargo, en su momento habría estado bien tenerlas en cuenta.
Ay mi madre a ver cómo arreglo yo este entuerto...
1. No hagas profecías que no sabes cómo vas a cumplir. En serio, si el pájaro descenderá de los cielos y se posará sobre el elegido en medio de un mar de sangre, espero que tengas claro qué tipo de pájaro es, cuál es su envergadura de alas y le des un cursillo de natación sincronizada en A+ al elegido. Que luego se te acaba el libro y tienes a todos los ornitólogos flipando porque no han visto ave ninguna y al elegido con los manguitos pugnando por no morir ahogado, en el mejor de los casos.
2. No abras caminos que no sabes a dónde van. Buah, he tenido una iluminación que te cangas (de Onís): mi protagonista en una celda oscura, las ratas por el suelo, y una luz se cuela por las rendijas de los sillares mientras suena una música ominosa... Espera, que lo escribo... Que voy... NO. Primero justifica que acabe en una celda y decide qué cojones está provocando esa luz, o luego tendrás que inventártelo peregrinamente a lo final de Lost.
3. No uses ese palabro ahí. NO. Las palabras rebuscadas están bien si las pones bien. Usar un saco de palabras poco habituales en una novela juvenil donde tus protagonistas tienen dos neuronas como que no pega mucho.
4. No te tomes la historia como algo personal. "Ya, pero es que yo quería que Zutano acabase con Mengana. Pegan taaanto, el amor(dor)". Bueno, pues habértelo pensado antes de hacer que Zutano se cepillase a toda la familia de Mengana y le quemase vivo al gato, o antes de que Zutana se haya enamorado para toda la vida de todo personaje con cromosoma Y que se le ha ido poniendo por delante, que ya lleva dos divorcios y un enviudamiento y sigue a dos bandas con el épico guerrero y el intrépido flautista. Chocotajas, que tú lo que quieres son chocotajas.
5. No pienses en qué van a pensar de ti cuando lo lean. Buf, es que me acabo de cargar a una civilización entera y he creado una sociedad meritocrática y a lo mejor mis amigos piensan que estoy como una cabra o algo. ¡Enhorabuena! Bienvenida al filtro de colegas 2.0.
6. Recorta. Recuerda: los párrafos no están vivos. Ningún texto sangra si lo recortas. Quitar todo lo que no ayuda es bueno. No pasa nada por purgar esas cuarenta páginas que no aportan nada, aunque reflejen vida cotidiana. Venga, rapidito, que los sellos de la ojcuridad malrollera no se van a renovar solos.
7. No abarques tanto, borrica. Ya sé que quieres hablar de lo divino, lo humano, lo mediopensionista y la contradicción inherente a tu generación, pero hazme el favor de centrarte en una cosa sola porque esto parece un programa de tertulianos sin moderador.
8. Guarda. Ahora con vuestros ordenadores super-chupis que guardan automáticamente estas cosas no pasan, pero yo he visto cosas en máquinas anteriores al Pentium. Guarda cada dos minutos. GUARDA.
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