Carmina Burana.
Esto era un paso más allá. A diferencia de otras pelis fantásticas de los ochenta, esta no estaba pensada ni para niños ni para toda la familia. La gente arrimaba cebolleta en cuanto podía y los niveles de sangre y vísceras así como de diálogos llenos de sobreentendidos así lo indicaban. Por lo tanto, tenía el plus de lo prohibido. Recuerdo que los fiambres me impactaron especialmente.
Esta película abocaba al género al sugerir que se podía dar una vueltecita de tuerca a la fantasía. No es una historia que tenga buenos. Tiene malos muy malos y tontos de la higa a cascoporro, y un Empanao como no se ha visto otro, pero no hay un bueno-bueno carismático como puede haber en otras historias de la época. Va más bien de las miserias personales que tenemos todos y de cómo se puede meter la pata maximizando los efectos de nuestra estupidez con magia de por medio.
Además, la realeza no es mejor que el pasiego de a pie. La lía todavía más parda dado que tiene acceso al poder. Puedes estar destinado y ser un elegido y demás pero eso no te otorga inmunidad. La potencialidad del drama es acojonante.
En fin, que si no tenéis nada que hacer este fin de semana, Excalibur es la opción.
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