La
pelusa vivía bajo la cama, tras una de las patas, parapetada
convenientemente entre ésta y la pared. En las sombras, se nutría de
pelos abandonados, yeso caído, miguitas desharrapadas y excitantes
elementos indeterminados que los habitantes de la casa traían de la
calle pegados en la suela de sus zapatos.
Había luchado mucho para llegar a ser una pelusa decente. En un principio sólo había sido una mota de polvo, volátil y voluble, que podía haber acabado sus días atrapada en un trapo. Sin embargo, su ambición la había llevado a aliarse con fibras recias y a codearse con trémulas partículas de dudosa moral.
Sabía que no le quedaba mucho tiempo. Había crecido demasiado. Habían detectado su presencia. Esperaba que no recurriesen a la temible aspiradora; si era sólo una escoba lo que la esperaba, tendría opción a defenderse. Si...
No tuvo tiempo para pensar. Unos dedos decididos la cogieron en volandas y la arrancaron de su pata protectora, desgarrándola. Sin poder reaccionar, reconoció la ventana, y de repente dejó de sentir los dedos que la apresaban para pasar, con un vértigo infinito, a deshacerse en el viento, maravillada en sus últimos instantes por la incomparable sensación de volar.
Había luchado mucho para llegar a ser una pelusa decente. En un principio sólo había sido una mota de polvo, volátil y voluble, que podía haber acabado sus días atrapada en un trapo. Sin embargo, su ambición la había llevado a aliarse con fibras recias y a codearse con trémulas partículas de dudosa moral.
Sabía que no le quedaba mucho tiempo. Había crecido demasiado. Habían detectado su presencia. Esperaba que no recurriesen a la temible aspiradora; si era sólo una escoba lo que la esperaba, tendría opción a defenderse. Si...
No tuvo tiempo para pensar. Unos dedos decididos la cogieron en volandas y la arrancaron de su pata protectora, desgarrándola. Sin poder reaccionar, reconoció la ventana, y de repente dejó de sentir los dedos que la apresaban para pasar, con un vértigo infinito, a deshacerse en el viento, maravillada en sus últimos instantes por la incomparable sensación de volar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Escribe sólo si tus palabras honran el silencio.