El guay va de sobrado. Se mola mogollón. Puede que tenga razones para creérselo o que sea un saco de ínfulas. Va por ahí destilando molonina y, en general, o los amas o los odias. Además las cosas suelen salirles bien, a los muy mamones. O quieres ser como ellos o que les caiga un piano de plomo en la cabeza. En cualquier caso, encandilan al lector, si se saben usar bien.
Combina con todo. Con TODO. El Equipaje de Rincewind es un buen ejemplo. Puedes echarle el barniz guay al Elegido, al Maestro, al Malo Maloso, a la Moza, a las acelgas con pimentón. Si lo mezclas bien y encaminas el guaycismo correctamente, tienes una diana perfecta de afectos y odios.
Últimamente me he encontrado mucho guay convertido en Sacrificio. Es una combinación interesante.
Mirando p'a Dorne
Hay un guay por antonomasia y todos sabemos quién es. Es un Maestro Alma Torturada Guay Héroe. Lo sabe todo y, lo que no, lo averigua. Vive rodeado de Empanadas. Va dejando Sacrificios allá donde va. Es de una complejidad fascinante y, en buenas manos, es una gozada de personaje.
¿Quién si no?
Otros ejemplos de guay: Evan (El sueño de los muertos), Boromir (LOTR), Seda (Crónicas de Belgarath), Han Solo (Star Wars), Jack Sparrow (Piratas del Caribe), Kvothe (El Nombre del Viento), Oberyn (Canción de Hielo y Fuego), Tony Stark (Ironman), Lince. Insisto, los hay a patadas. Rara es la historia que no lleve su guay. ¿Cuál es vuestro preferido?
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