Empieza el otoño y mucha gente se vuelve loca con los monstruos, esqueletos y calabazas, así que aquí van mis recomendaciones para acompañar ese espíritu de capitalismo pagano.
La Tumba Sellada: Gideon la Novena y Harrow la Novena.
Me tuve que leer La verdad sobre el caso Savolta en el instituto. Creo que entraba en Selectividad. Lo recuerdo como una tortura transalpina, entre los cambios temporales, la historia que me importaba una higa y lo poco que me interesan las cosas trágicohistóricas en general cuando acaban noveladas. Le eché la culpa del asco que le cogí a la estructura, sobre todo, hasta que metí el hocico en esa gloria absoluta que es Harrow la Novena.
Vayamos por partes.
Es la segunda parte de una saga. La primera parte se llama Gideon la Novena y va de nigromantes, una magia espacial raruna y conflictos interpersonales entre gente traumatizada por el tema de la nigromancia y la magia espacial raruna. Hay nueve casas y tienen que ir los herederos de cada una de ellas a una Mansión de los Horrores a ver cuál se convierte en Supernigromante de la Repanocha Mortal. Tiene un rollo de alguien ha matado a alguien, unas interacciones muy raras entre la gente y es bastante entretenida porque quien lo narra tiene una personalidad muy particular. Y no vi venir muchas cosas, que es algo que agradezco enormemente a estas alturas de la vida.
No acaba muy bien.
Harrow la Novena es una ida de pelota con otro narrador con otra personalidad muy particular que no se puede fiar de sí mismo. Varias existencias paralelas se solapan y cada vez que empieza un capítulo cuesta un poco saber en cuál estás; de hecho, al principio incluso no está muy claro si son la misma o cómo se relacionan entre sí o si tu tía es tu tía y la huerta es de tu gato. No es fácil de leer. Te tiene que gustar mucho la sensación de qué estoy leyendo qué leches es esto para que te enganche. Tejer bien esa sensación y, sobre todo, resolverla bien, es muy difícil. Este libro lo hace.
Quién maneja mis huesos que a la deriva los lleva...
Lo único que se me hizo un poco lectura diagonal es toda la parte de matar planetas, que me parece muy bien como ejercicio para fliparse con su sistema de magia, pero a mí como lectora en busca de pistas que me digan qué cojoleches está pasando tener que tragarme todo aquello para que luego resulte que no es relevante para ese qué cojoleches pasa me frustró un poquito.
Tiene, además, ese "hola, soy el pasado y vengo a morderte el culo" que me encanta. Tener que tragarte las consecuencias de los actos de gente que la cagó hace milenios, con todo lo que implica, como averiguar qué puñetas pasó de verdad en esa cagada histórica: la vida misma.
Es un ejemplo perfecto de libraco cojonudo para un público muy concreto. No sabía yo que los narradores no fiables me iban a enganchar tanto una vez se pusieran a contarme algo que me interesase. Además, incluye una especie de dramatis personae al principio de ambos libros cuyo ¿formato? tiene peso seal en la historia. Todo el conjunto me transmite que la autora se lo pasó pipa preparando la gymkana que es todo esto.
Puntos de bonificación al hecho de que todavía no tengo claro cómo leches termina este segundo libro.
Aún hay dos libros más, Nona la Novena y Alecto la Novena, uno publicado y otro en camino. A mí las sagas fantásticas ya me entran por el ojo derecho si vienen sin elfos ni enanos ni medianos; si encima me dejan con el culo torcido a la quinta página por lo que se alejan de lo habitual, ya voy cogiendo las palomitas. Pero es que esto es una cosa rara de cojones, de la novela negra grimdark a la space opera laberíntica, con personajes tan rotos que duelen de lo reales que son a pesar de lo ajena que resulta la mayoría de su experiencia vital. En este año glorioso en lo que a ficción se refiere, me despertó el sentido de la maravilla, así que larga vida a los nigromantes, y a ver qué pasa con los dos libros que quedan.
Eso sí, como le pase algo al perrete ese de la portada ma-to.