lunes, 23 de mayo de 2016

Cuatro cosas que hago al escribir


Igual que la entrada del otro día venía para que supiera la afición qué NO iba a encontrar en mis escritos, esta vale para dar un aperitivo de lo que sí pueden esperar.

1. Ponerle padres a los protagonistas y que estén vivos. Saya tiene madre, Floria tiene toda la parentela ahí dando por saco y creando conflicto desde la primera página... La tendencia en la fantasía épica al heroelegido huérfano me tenía cansadica ya cuando empecé a escribir, así que tiendo a fabular sobre qué pasa cuando tienes lazos con tu familia y te importan y esas cosas.

Me pregunto, por cierto, qué pensaría Rousseau de Harry Potter,
 "en habiéndose" criado el pobre en el maltrato físico y psicológico hasta los once años, malviviendo bajo las escaleras.

2. Inventarme un mundo. Creo que esto no necesita explicación. Hasta la fecha sólo he escrito una novelita realista (por razones muy concretas, y que no ha visto la luz) y media (esta sólo vale a medias, que lleva fantasmas). Parte de la diversión es inventarte las reglas y ver qué pasa cuando las sigues.

3. Meter magia a carretillas. Y música. La fantasía épica se presta, vale. Pero hay también una cierta tendencia a que sea una cosa medio secreta o medio en decadencia o echada a perder, y a mí me gusta que esté presente, a ser posible, desde las primeras páginas, no esperarte al final del primer libro para meter a los dragones. Y, como hice explayándome en El Tiempo de Viridia, que tenga algo mucho todo que ver con la música. 

Booktrailer de El Tiempo de Viridia.
Magia, música y conflictos postergados explotando en sus narices. 

4. Meter comida. En La suerte del dios hambriento (pun intended) hay gente comiendo desde la primera página. Bebés chupando limones, bebés siendo amamantados, moras recolectadas, banquetes chungos... En El Tiempo de Viridia, menos, pero tiene mucha importancia también (el momento "le gusta el jamón" es de mis preferidos). En Tronnia... Bueno, no me he dedicado a subir a facebó fotos de flan de babosa por deporte.


Qué se come y cuándo, cómo se articula la existencia en torno a una necesidad básica, me fascina. Es un pilar que a menudo se olvida o deja en segundo plano cuando se procede a crear un mundo, y es una pena.  

Pues esto es lo que puedo garantizar. Lo demás depende de la historia. Si os ha picado la babosa el gusanillo, ya sabéis. Sacadme de pobre, anda.

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